María Fals
La autora es crítica de arte
Aquiles Azar fue un gran artista plástico y poeta dominicano cuya obra mantiene su plena vigencia. Fue un odontólogo, Doctor en Filosofía y Letras y maestro universitario que nació en 1932. Presentó en 1960 su primera muestra individual en la Sociedad Odontológica Dominicana en la que recrea cabezas humanas y bodegones, trabajados en la técnica del pastel, donde su mensaje transparente y la vez hermético, sensible y personal se mostró ante los ojos de los emocionados espectadores.
Ya en 1963 participó en la XI Bienal de escultura, pintura y dibujo, realizada en el Palacio de Bellas Artes y ganó un premio honorífico en un concurso de la Alianza Francesa con su obra “La Botella”. Se vinculó a una pléyade de artistas de la generación del 60 como Leopoldo Pérez (Lepe), Elsa Núñez, Cándido Bidó, José Ramón Rotellini, Ramón Oviedo y el grupo La Máscara.
En 1969 obtuvo el Segundo Premio en el V Concurso Eduardo León Jimenes con “Rostro Angustiado” y en 1961 el Primer Premio con “Cabeza de Ángel”. Comprometido con las causas sociales y con la soberanía de su Patria, escribe en abril de 1965 poemas como “Masas Desordenadas e incomprendidas”, “Camino y desolación” y
“Pájaro Errante” que expresan en metáforas el horror de la guerra, de la muerte y la soledad del pensamiento.
A finales de los años sesenta del siglo XX vuelve al color y su obra se torna más libre, íntima y sensitiva. Desarrolla la pintura de animales como las lechuzas, una de las cuales lo hace merecedor del Segundo Premio de Dibujo en la XIII Bienal de 1974.
En la década del 80 continúa profundizando en la pintura animalística y de frutas. Sus composiciones se pueblan de palomas, águilas, ratas, armadillos, rinocerontes, en un mensaje de fuerte contenido simbólico. Para este momento, su producción artística es muy conocida a nivel internacional y en 1984 gana la VI Bienal de Grabados
Latinoamericanos en Puerto Rico con “La paloma”. Trabaja también figuras de ancianos que nos producen empatía y acercamiento a su condición. A finales de los 80 establece contacto con la Fundación Guayasamín y nace su hermosa amistad con Oswaldo Guayasamín, pintor ecuatoriano.
A partir de los 90, hasta el final de su vida física en el 2015, su obra avanzó cada vez más hacia una línea sintética y estilizada, recreando las esencias de las cosas, en un rumbo que lo dirige casi a la abstracción, convirtiéndose en un alquimista creador de mundos líricos y profundos donde encontrar la paz en medio de cualquier tormenta. En
1999, se le reconoce como “Artista del Año” por parte del Museo del Dibujo.
Los años 2000 constituyen un período doloroso en su vida personal, sin embargo, su técnica depurada sigue evolucionando. En esta etapa, recibe diversos reconocimientos como el del Instituto Tecnológico Dominicano (INTEC) en el 2009, el Premio de Arte (Dibujo) de la Fundación Corripio (2011) y se le dedica la V Trienal Mundial ELITE-TILE cerámico en el 2014.
Honrar los aportes de representantes de las artes y la cultura dominicana es un deber y un honor para instituciones como el Centro Cultural Banreservas. Por eso se ha organizado la exposición “Aquiles Azar, siempre dibujos” en ese importante espacio, para continuar dando a conocer el mensaje artístico y personal de este grande de las artes en Latinoamérica.
Esta muestra cuenta con una curadoría y museografía de alta calidad, fluida, innovadora, cuidadosa de los detalles, a cargo de Mildred Canahuate. En este proyecto colaboraron, entre otras personas, Guadalupe Casasnovas y Marianne de Tolentino “cuyo conocimiento sobre la obra de Aquiles Azar ha permitido valorar y contextualizar con mayor profundidad estos dibujos”, como expresan las palabras de Mijail Peralta, director del Centro Cultural Banreservas, en el catálogo de esta importante muestra.
En la visita dirigida a esta exposición, realizada el viernes 7 de febrero por la propia Mildred Canahuate acompañada de Asia de Azar, pudimos escuchar explicaciones detalladas de las características formales y conceptuales de los trabajos expuestos, creados en tinta sobre papel, conservados con esmero por nuestra querida doña Asia, su viuda. Entre los presentes se encontraba el artista José Ignacio Azar Billini, uno de
los hijos de Aquiles Azar.
Durante el recorrido, se contaron anécdotas del artista, vivencias de las personas que lo conocieron de manera personal o indirecta, se pudo penetrar en el jardín encantado de la manzana amarilla, las botellas y las aves de Aquiles, volver a dibujar junto a él los rostros reflexivos de la humanidad y sentir muy cerca del corazón a un guerrero insomne que siempre estará desde sus versos, desde sus dibujos, desde sus universos artísticos que nunca perecerán mientras existan la verdad, el arte y la belleza.