María Fals Fors
M.A Historiadora del Arte. Crítica de Arte
Tal vez estética sea una palabra que hayas escuchado como sinónimo de bello, organizado y nítido.
La palabra estética fue utilizada por primera vez en el siglo XVIII por el filósofo alemán Alexander Baumgarten (1714-1762) quien la convirtió en ciencia. Baumgarten consideraba que existían 3 capacidades cognoscitivas: el juicio, la voluntad y el sentimiento.
La primera capacidad estaría relacionada con la lógica, la segunda con la ética y la tercera con lo que llamó estética, ciencia vinculada con lo perceptivo y lo sensitivo, nacida del término griego aisthetiké y del latino aesthetica. Definió entonces la estética como la ciencia que estudia la belleza y el arte, la ciencia del conocimiento sensitivo. Así se comienza a perfilar su objeto de estudio, independiente de la filosofía.
Aunque la estética como tal surge en el siglo XVIII, desde la antigüedad hubo filósofos que hicieron aportes al pensamiento estético. En la antigua Grecia se destacó Platón en el siglo V A.C. para el cual el mundo que captábamos a través de nuestras percepciones, y por tanto lo estético, era reflejo del mundo de las ideas. Para él la esencia de lo bello radicaba en el mundo ideal y el arte era una copia del mundo sensible, copia de copias. Consideraba además que lo bueno, lo bello y lo verdadero estaban en unidad.
Aristóteles, filósofo griego del siglo IV A.C., consideró que la belleza radicaba en la unidad, el orden y la medida y que tenía valor cognoscitivo. Planteaba que el arte produce placer estético y que puede provocar una acción liberadora, la catarsis. Plotino (205-270) en la Antigua Roma, sin embargo, consideró que la belleza era inmedible, que el bien estaba más allá de lo bello y que era su fuente y origen.
En la Edad Media, entre los siglos V y XV, la Iglesia era el centro intelectual del mundo occidental. Era opuesta al placer hedonista de los sentidos y enfocaba el valor estético desde la teología. El arte debía servir, según este enfoque, al perfeccionamiento espiritual del ser humano y a su acercamiento a Dios.
En el Renacimiento cambian las concepciones en torno a la vida, al ser humano y a la religión, el hombre es considerado como centro y medida de todas las cosas. La cultura se vuelve humanista y el arte se concibe para provocar placer estético. Se destaca el arquitecto y teórico León Bautista Alberti que definió la belleza como la proporción y la armonía entre las partes.
En el siglo XVII se desarrolla el período del Barroco. En el mismo hay dos corrientes alternas, una que busca la sencillez y la espiritualidad como enfoque teológico y estético, representada generalmente en la reforma religiosa protestante y otra que es la concepción de la Contrarreforma católica, que desarrolla un arte de propaganda, buscando el recargamiento, el lujo y la infinitud espacial como principios de belleza.
Ya en el siglo XVIII los filósofos alemanes hicieron importantes aportes a la estética como fue el caso de Baumgarten, creador de esta ciencia. Enmanuel Kant consideraba que lo bello debía estar alejado de todo interés práctico y cognoscitivo, que debía provocar placer en el observador. Ve lo bello como agrado desinteresado, condicionado por la forma del objeto. Para él el arte y la belleza no tienen carácter histórico. A diferencia de Kant, el también alemán Federico Hegel sí considera que tienen un carácter histórico y también plantea que poseen una naturaleza espiritual.
A mediados del siglo XIX surgió el Marxismo, que considera que el arte debe cumplir funciones sociales y plantea que el valor estético tiene una doble naturaleza: objetiva y subjetiva. Subjetiva porque el criterio de lo bello varía de persona a persona, objetiva porque la belleza tiene normas y principios.
Los filósofos existencialistas del siglo XX, con diferentes matices, consideraban que lo bello, lo que placer estético, no puede ser objeto de análisis lógico, pues es racionalmente inexplicable, considerando que lo estético tiene un carácter individual. En la época postmoderna, el criterio estético continúa teniendo ese enfoque relativista e individualista, predominando ideas eclécticas en cuanto a la valoración estética.
Sin embargo, luego de este breve viaje sobre la evolución de las ideas estéticas, deseo plantear que considero que en estos momentos debemos enfocar la estética como la ciencia que estudia el acercamiento a lo estético y su papel a nivel artístico, social e individual en función del desarrollo humano.
¿Cuál es la importancia que le veo al desarrollo de esta área del conocimiento en la actualidad? Al trabajar con esa capacidad cognoscitiva llamada sentimiento, la formación estética facilita el fomento de valores estéticos y éticos, contribuye a forjar un sujeto con niveles más altos de pensamiento crítico, con mayor desarrollo de sus capacidades de observación, valoración, análisis y síntesis, una persona menos manipulable y más empática, más dispuesta a transformarse en un ser humano que promueva cambios positivos a nivel individual y social.
Por eso esta ciencia y la educación estética en general cobran vital importancia en estos momentos complejos, de problemas ambientales, de crisis sanitaria, de encierro necesario y doloroso, de virtualidad acelerada como solución al peligro de una pandemia que ha cobrado tantas víctimas en todo el Planeta.
Eduquemos estéticamente a la población, ofreciéndoles a través de la enseñanza primaria y secundaria, de los bachilleratos en arte, las escuelas especializadas y espacios virtuales, una formación que desarrolle su capacidad perceptiva y creadora en el campo artístico, que le permita autorrealizarse, hacer catarsis y desarrollar la resiliencia, la tolerancia, vinculándose afectivamente con su entorno y transformándolo en un mundo mejor, a través de su propio mejoramiento humano.