María Fals
La autora es crítica de arte
La Escuela de Barbizon surge alrededor de 1830 y constituye una renovación pictórica del paisaje rural, buscando un contacto directo entre el artista y la naturaleza que recrea a través del aerolibrismo o pintura al aire libre, donde el pintor abandona su estudio y va a pintar al campo adonde viaja con sus pinceles, sus colores y caballete para captar su esencia.
La Escuela de Barbizón recibe este nombre porque sus integrantes vivieron de manera permanente o por largas temporadas en este pueblo ubicado en el Bosque de Fontainebleau, un lugar de paz, de verdor y donde podían desarrollar libremente su arte.
Entre sus integrantes estuvieron Theodore Rousseau, Charles-François Daubigny , Jules Dupré, Narcisse Díaz de la Peña, Constant Troyon, entre otros como Jean François Millet y Jean-Baptiste Camille Corot. Ambos aparecen mayormente como artistas del realismo en los libros de historia del arte y los ligan de forma secundaria a la escuela de Barbizon, aunque hallan sido parte de sus fundadores.
La estética de esta Escuela estuvo inspirada en el criterio de que el contacto con la naturaleza hace mejor al ser humano, en el escape hacia un universo de paz y de encuentro con lo mejor de cada persona al alejarse de los grandes centros urbanos en pleno auge de la Revolución Industrial, en los avances de los conocimientos de la física sobre la naturaleza de la luz, su composición y sus efectos sobre el ambiente.
Los ingleses John Constable y William Turner, nacidos a finales del siglo XVIII, también habían renovado el paisaje como género de la pintura. William Turner en su obra La Tempestad (1842), narra artísticamente una experiencia sensorial directa que tuvo en un barco en medio de una tormenta. La muestra con pinceladas sueltas y con una
desmaterialización de las formas que preludia el impresionismo y aún más radicalmente, a la abstracción.
Constable creó su teoría del “Claroscuro de la naturaleza”, planteando que en ella la línea no existe ni tampoco el negro como valor pictórico. Con esta concepción creó obras inolvidables como “El carro de heno” y La catedral de Salisbury, vista desde el Palacio Arzobispal”. Expone en 1824 en Francia algunas obras que dan un vuelco al
arte francés e influyen de forma marcada en el desarrollo del romanticismo, de la Escuela de Barbizon y del impresionismo.
Theodore Rousseau, fue un gran pintor, que por su técnica innovadora fue rechazado en varias ocasiones en los salones oficiales de pintura. En la Exposición Universal de París de1853, sin embargo, fue muy reconocido por el valor de su obra artística. Era muy perfeccionista en los aspectos técnicos y trabajaba lentamente sus obras, muchas de las cuales quedaron sin terminar. Entre sus cuadros destacan “Arroyo en el bosque de Fontainebleu” (1849) y “Encinas” (1852) donde la naturaleza es captada de manera lírica, sintética y melancólica.
Charles-François Daubigny fue un pintor viajero que visitó Inglaterra y los Países Bajos, precursor del impresionismo, sus obras se caracterizan por el contraluz, el uso de los colores complementarios y una atmósfera idílica donde la presencia humana está minimizada. Entre sus mejores obras, por la captación de la luz y por la pincelada vibrante, se incluyen “Paisaje en un estanque” (1861) y “Confluencia de los ríos Sena y
Oise” (1868).
Jules Dupré se inició como decorador de porcelanas. Desde muy joven se dedicó a pintar al aire libre y en 1834 fue a Inglaterra donde se convirtió en discípulo de Constable. Su obra es una mezcla de romanticismo y realismo, donde los fenómenos naturales son captados con veracidad. Entre sus numerosas creaciones se destacan
“Vacas cruzando un vado” (1836) donde incluye la figura humana y “La Calma antes de la Tempestad” (1870). Narcisse Díaz de la Peña, de padre español que se opuso a José Bonaparte y a la invasión napoleónica a España, fue criado por un francés protestante y se dedicó también a la decoración de porcelanas y fue compañero de Dupré en estas actividades.
Cuando joven perdió una pierna debido a la picadura infectada de una serpiente. Amigo de Rousseau, se inclinó más a la pintura de paisajes que a la representación de la figura humana.
Viajó por el Oriente y participó en las Exposiciones de 1853 y 1859. Fue excelente en la captación de la humedad, del cambio de matices de los colores a lo largo del día por los efectos de la iluminación natural. Entre sus obras más conocidas están Ocaso en la Foresta (1868) y El bosque de Fontainebleau (1870).
Constant Troyon fue también decorador de porcelanas en Sèvres, viajó a los Países Bajos, donde quedó impresionado por la obra de Rembrandt. Fue pintor de la naturaleza, donde incluía con igual protagonismo animales, plantas y elementos inanimados, captados en toda su realidad y dinamismo, pero dándoles un cierto toque subjetivo a partir de la subjetividad de su arte. Fue Caballero de la Legión de Honor y sus obras fueron admiradas por Napoleón III. Entre ellas se deben mencionar “Paisaje con Ganado y Ovejas (1858) y “Camino en el Bosque” (1850).
En resumen, la Escuela de Barbizón es uno de los grupos artísticos cuyo legado debe ser profundamente estudiado para comprender la ruptura con el arte historicista y tradicional. Su estilo influyó en las artes plásticas a partir de mediados del siglo XIX en movimientos como el impresionismo y el postimpresionismo, dejando obras de un valor artístico significativo que nos invitan a vivir en comunidad con el mundo natural y a preservarlo.