María Fals
La autora es crítica de arte
El cubismo tiene su aparición oficial en 1907, a partir de la creación de la obra pictórica “Las Señoritas de Avignon” de Pablo Ruiz Picasso. El origen de este movimiento tiene doble paternidad, basada en la hermandad artística de George Braque y Pablo Picasso.
La idea gestora de este movimiento partió de la contemplación de una exposición retrospectiva en Francia de las obras de Paúl Cézanne, quien buscaba, como sugirió en una carta a una discípula, “reducir la naturaleza a cilindros, conos y esferas”. Influyó también la visita de Picasso al Museo del Hombre en París en 1907. Ambos momentos fomentaron el desarrollo de un cambio acelerado en la obra de Picasso y de Braque, en pro de nuevas formas expresivas.
El término que da nombre a este movimiento fue creado por el crítico de arte Louis Vauxcelles, quien también “bautizó” al Fauvismo. Las creaciones de ambos nombres tienen un enfoque peyorativo. En el caso del Cubismo, es llamado así partiendo de un análisis despectivo de obras de Braque, donde primaban los formas cúbicas.
Si nos remontamos al pasado, el ser humano trabajó de forma sistemática la geometrización en el Neolítico europeo, en el arte de las Islas Cícladas, en las obras de arte tradicional de los pueblos australianos y africanos, en la etapa precolombina, y en otros diferentes momentos y culturas.
Geometrizar es, de cierta manera, analizar, sintetizar, deconstruir las formas de un objeto, pintar lo que se sabe más allá de lo que se ve y, en ocasiones, dotar de un significado sígnico al objeto o incluso, liberarlo totalmente del apego a la copia de la realidad, como sucede en la abstracción geométrica.
Los cuadrados, círculos, triángulos, rectángulos y óvalos son portadores de un lenguaje visual que comunica ideas: unidad en el caso del círculo, jerarquización y orden en el triángulo cuando se apoya sobre su base; el rectángulo horizontal da sensación de calma, y apoyado sobre uno de sus lados más estrechos representa fuerza y virilidad, el óvalo nos hace sentir fluidez y feminidad.
El cubismo puro, aunque utilizó formas geométricas, nunca llegó a la abstracción plena, salvo en el caso de la evolución de algunos artistas como Robert Delaunay, creador del llamado cubismo órfico, movimiento que en realidad ya es parte de la abstracción geométrica, con el que se recreó en el uso de formas circulares, envueltas con líneas de cierre marcadas y dotadas de colores intensos.
El cubismo pasó por diferentes etapas: cézanniana o precubista (1906-1909), analítica (1909-1911) y sintética (19011-1915). El cubismo cézanniano, durante el cual fueron pintadas “Las Señoritas de Avignon” y” Casas de l' Estaque”, se caracterizó por una evolución continua hacia la geometrización y la permanencia de la fuerza del color, luego se pasó poco a poco hacia el cubismo analítico, donde el color se redujo a tonos neutros y al uso de blancos, negros y grises, buscándose la fragmentación de la forma y la utilización de diferentes puntos focales. En este período se destacaron el “Retrato de Ambroise Vollard” de Picasso y “Mujer con Mandolina” de Braque.
El cubismo sintético aportó ya la síntesis de las formas y el gusto por el collage, que es la incorporación de materiales extra pictóricos a las pinturas, tales como cartas de naipes, sellos de correo, pedazos recortados de papel de empapelar, entre otros. En este período se destacaron no solo Picasso y Braque, sino que resaltaron nuevos artistas como José Victoriano González-Pérez, conocido artísticamente como Juan Gris, maestro de las naturalezas muertas de tonos neutros. También aparecieron nuevas variantes del cubismo como el llamado “tubismo” de Fernand Léger, muy influenciado por la “estética de la máquina”.
El cubismo a partir de entonces se difundió por el mundo influyendo poderosamente en Latinoamérica en artistas como los chilenos Luis Vargas Rosas y Henriette Petit, que conocieron a Picasso y a Fernand Léger en sus viajes de estudios a Francia. Tocó la producción artística de Gerardo Murillo (Dr. Alt) y de muralistas como David Alfaro Xiqueiros en México, tuvo ecos en pintores dominicanos como Fernando Ureña Rib con su cubismo en movimiento, y en escultores como el cubano Agustín Cárdenas y el dominicano Freddie Cabral, quienes en algunas de sus obras presentan referencias a este movimiento.
El cubismo es, sin dudas, uno de los principales estilos del siglo XX y su legado no se ha apagado, sino que perdura, reinterpretado por cada artista que utiliza las formas geométricas como modo de expresión.