Por Narciso Isa Conde
La toma multitudinaria de las calles y de las urnas por el pueblo colombiano en rebeldía, desgarró definitivamente el manto mediático perverso y el sistema mundial de información y opinión que encubrió y hasta exaltó ese Estado Narco-Terrorista disfrazado de democracia liberal, cruelmente tutelado por controles político-militares estadounidenses e israelí.
El ascenso del Pacto Histórico, encabezado por Petro y Francia, terminó de destapar esa olla pestilente. Ya no será posible ocultar las atrocidades cometidas en el pasado reciente y remoto. No será posible hacer creer tantas mentiras sobre la supuesta democracia de los Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque… Solo mencionar por mencionar hoy unos cuantos y destacar los tres últimos jefes políticos de ese engendro sistémico y de esa gran farsa.
El énfasis focalizado responde a razones prácticas de comunicación, pero también –y sobre todo- a las altas responsabilidades de esos personeros en el endurecimiento de las políticas neoliberales, racismo, machismo, coloniaje…; en la intervención militar estadounidense, despliegue de paramilitarismo criminal, manipulación de narco-corrupción, conversión de fuerzas armadas y policía nacional en componentes del sistema de terror, saqueo ambiental, saboteo de procesos de paz, los abundantes asesinatos políticos, “falsos positivos” a granel, fosas comunes, moto sierras como medios de tortura y muerte, y en entronización de una corriente neofascista en el poder constituido y en los poderes fácticos.
A eso se agrega la inclusión de Colombia en una OTAN genocida y su transformación en una plataforma de agresión regional, de guerra sucia dentro y fuera de ese país, de emplazamiento militares del Comando Sur, y formación y exportación de paramilitares y mercenarios a países vecinos como Venezuela, Ecuador y Haití. ¿El Israel de América?
El llamado “mundo libre” occidental, la denominada “comunidad internacional de naciones democráticas”, con EEUU a la cabeza, nunca admitió tan horripilantes culpas y hasta ideó, protegió y premió esa tragedia. Sus cúpulas políticas, empresariales, culturales, ideológicas, religiosas-fundamentalistas, mediáticas, militares…ayudaron durante décadas al sostenimiento de esa dominación ominosa; realidades presentes en grados diferentes y con expresiones particulares, a nivel regional y mundial.
En ese mismo y perverso tenor nuestra país, su clase gobernante dominante, el CONEP, el sistema tradicional de partidos, sus grandes medios comunicación, su periodismo predominantemente al servicio la dominación imperialista occidental, sus jefes militares y policiales, sus gobiernos presididos por los Leonel, Hipólito, Danilo, Abinader… Lejos de ser excepción, ha sido aliado -o cómplice por omisión, acción, o algunos parecidos- de ese oprobioso régimen colombiano, que devenido en neofascista. !Y todavía ni golpes de pecho hay! Pero si demasiada incubación fascistoide y neocolonial.
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