Petra Saviñón Ferreras
Los adolescentes están, sabido de más es, expuestos a múltiples factores-tentaciones que los arrastran a una prisión de miseria, consumismo y engaño y autoengaño
Para los que habitan las zonas más empobrecidas y vulnerables, el peligro de caer en las garras de la violencia, la delincuencia, las drogas, la precocidad sexual es multiplicable quien sabrá por cuanto comparado con los que tienen una vida cómoda (y de todos modos no están exentos de caer)
Para muchos jóvenes empobrecidos es un lujo tener cuestiones básicas resueltas. Tan básicas como comer o ir a la escuela
Parezca o no aporofobia, ahora que está de moda ese neologismo, es una realidad que la vida en los barrios miserables empuja con más facilidad a un futuro cargado de pesar
Es indiscutible que en todos lados hay gente valiosa, muy valiosa y los sectores marginados no son excepción. Muchachos tesoneros dejan el pellejo en la apuesta de salir de la pobreza a costa de sacrificio
Algunos logran triunfar, a otros esa misma esclavitud de la que buscan salir los ahoga, les impide flotar y viene entonces el estancamiento
Unos más eligen otro camino, no más beneficioso pero tampoco más fácil como pregonan las voces comunes
La venta y consumo de narcóticos, la prostitución con sus variadas formas, pero ella misma al fin y al cabo, los asaltos, los homicidios están ahí colados, en la existencia de tantos
Muchos mueren, otros van a la cárcel, que a veces es peor, porque los envilece aun más a golpes y humillaciones
Entonces, ya muertos (bajo tierra o entre las rejas), ese sistema que nunca los respaldó fomenta el desprecio, la rabia contra esos seres que ayudó a forjar.