Una de cada cinco mujeres embarazadas va a tener algún trastorno psiquiátrico y la prevalencia de la depresión en esta etapa es del 15 %, señaló este jueves un especialista en México.
César Velasco Téllez, coordinador de salud mental perinatal del Instituto Nacional de Perinatología (Inper) de México, subrayó a Efe que la depresión en las embarazadas se manifiesta de la misma manera que en cualquier paciente.
Señaló que la gravedad de esta enfermedad es que se «tiene la concepción cultural equivocada de que el embarazo protege a la mujer», e incluso muchos especialistas no identifican la depresión porque consideran que una consecuencia hormonal.
Indicó que hay cinco síntomas que se deben presentar durante dos semanas para que se considere como depresión: tristeza, agotamiento, insomnio, irritabilidad y falta o exceso de apetito.
Velasco Téllez destacó que otro de los problemas por los cuales las mujeres embarazadas no son diagnosticadas ni tratadas es el estigma social de que en esta etapa deben ser muy felices, así que cuando esto no sucede las mujeres sienten culpa y no lo hablan.
«La incapacidad para disfrutar las cosas, que en el caso de las mujeres embarazadas puede ser un síntoma, les genera mucho problema porque culturalmente se espera que una mujer embarazada sea la más feliz del universo», dijo el especialista.
Elizabeth Olmedo se embarazó de su segundo hijo en 2016 y relató que además de la tristeza y apatía, sentía culpa porque se suponía que tendría que ser una etapa muy feliz; sin embargo, lloraba todos los días.
«No entendía cómo si era un embarazo planeado, vivía en pareja y tenía los medios para mantener a mi bebé, no me alcanzaba para sentirme feliz. Me daba culpa con mi bebé, transmitirle todo eso», narró.
Reveló que no habló con nadie, ni con su esposo, de cómo se sentía por culpa y temor a ser juzgada.
Tras dar a luz su problema se agravó con ansiedad, le abrumaba tener a su cargo dos vidas y las nuevas responsabilidades que conllevaba.
Así pasaron dos años hasta que un día al salir de su trabajo se sintió sofocada y pensó que le daría un infarto por lo que le habló a su papá, que es médico, y la tranquilizó.
Luego de esto comenzó con terapia y, aunque no recibió medicación, continúa visitando al especialista semanalmente.
Por su parte Lucía Hernández detalló que cuando se enteró que estaba embarazada en el 2014, lejos de estar feliz, solo pudo sentirse preocupada y con ganas de llorar.
Conforme el embarazo avanzaba se sentía más irritable hasta el punto de no querer ir a las reuniones.
«Odié sentirme vulnerable, sentirme pesada y ver cómo mi cuerpo empezó a cambiar, además de que las náuseas nunca desaparecieron», compartió.
Lucía tampoco habló sobre lo que sentía y aunque reconoce que tras conocer a su hija todo cambió, enfatizó que no para todas las mujeres esta etapa es igual ni la más feliz.
Velasco Téllez resaltó que se piensa que las mujeres embarazadas no pueden ser tratadas por depresión; sin embargo, destacó que los antidepresivos son seguros para el feto y también durante la lactancia.
«El porcentaje de medicamento que pasa a la leche es apenas de 2 %», indicó.
Subrayó que las pacientes que no terminan el tratamiento tienen posibilidades muy altas de una recaída, además, no tratar la depresión puede tener un impacto directo en el neurodesarrollo de los bebés.
Apuntó que los hijos de mujeres que tuvieron depresión durante el embarazo «son niños con mayor probabilidad de tener trastornos psiquiátricos como depresión, ansiedad, abuso de sustancias, mayor riesgo de trastorno por déficit de atención, problemas cognitivos y dificultad para relacionarse».
EFE