María Fals
M.A. Crítica e Historiadora del Arte
Desde el pasado sábado 18 de septiembre se está celebrando en el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, situado en el Conde Número 58 en la Ciudad Colonial, la Muestra “Simbiosis”, que incluye las obras de cuatro destacados artistas dominicanos cibaeños: Carmelo Galicia, Porfirio Ferrer, Franklin Núñez, Marcos D’ Reyes.
Carmelo Galicia, artista visual de larga data, está participando en la 29 Bienal de Artes Visuales con una interesante obra titulada “Emigrante del mar”. Sus trabajos en hierro laqueado utilizan líneas espirales, elípticas, conforman en ocasiones rombos y ángulos agudos y combinan el color con la forma sutil, convirtiendo la dura superficie en algo amable a los sentidos, que emociona e invita a caminar por los senderos trazados por la forja y la soldadura hacia metas eternamente renovadas.
Los azules se combinan con los rojos, el blanco más puro teje cintas de ternura, el amarillo se replica en rombos diluidos que danzan con la mirada. La obra de Carmelo, llena de espacialidad y cinetismo, se mueve en forma figurada, conmueve y anima a descubrirla cambiando de punto de vista, trasladándonos de un lugar a otro, con el objetivo de abarcarla en toda su magia.
Plantea que en su obra se refleja de manera simbólica el mar, la emigración y el transcurrir de la vida.
Desde los años 90 del siglo XX Carmelo ha vivido entre dos universos: su natal Monseñor Nouel de valle, montaña y campos verdes, cuna de grandes artistas como Cándido Bidó y la ciudad de Valencia en el Estado de Carabobo, Venezuela. En este segundo país ha desarrollado gran parte de su trayectoria y en él se conserva buena parte de su obra en colecciones privadas, galerías y espacios públicos.
Estudió en la Escuela de Artes Plásticas de Bonao en la década de los 70 y entre sus principales exposiciones han estado “Espíritu de Paz” realizada en el Gran Teatro del Cibao en Santiago de los Caballeros en el 2008, “Me voy de Viaje” y “Encuentro con el Barro” que tuvieron lugar en Carabobo, Venezuela, en ese mismo año, así como “Hans Deporte” y “Homenaje a Armando Reverón” también en ese hermano país.
Franklin Núñez, oriundo de Bonao, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Moca. Entre las principales muestras en las que ha participado se encuentran “Homenaje al maestro Rafael García”, la exposición colectiva realizada en Casa de Arte en La Vega, y “El Cibao Pinta”, entre otras.
Su obra, dotada de un colorido diverso y lleno de vida, nos muestra las maternidades y los campos a través de una visión cubista desde sus diferentes puntos focales, dibujando casas, plantas, personas, frutas y animales fragmentados, que se integran armónicamente, ya sea en una expresión polícroma o monocroma, todo cargado de un mensaje diáfano, directo y optimista.
Reinterpretar los montes y espacios de su amado Pimentel, de Moca, del Cibao en general, su luz, sus diferentes tonos de verdes que colindan uno con el amarillo de la auyama y otros con el azul de un cielo azul y poderoso, es tarea que emprende en cada lienzo, en cada rincón de ese mundo nuevo que sale de sus manos a través del acto creativo que es el arte.
Porfirio Ferrer nació en Constanza. Estudió Bellas Artes en La Vega, haciéndose acreedor en esa ciudad de varios premios en el área del dibujo. En 1988 se convierte en miembro fundador de
ARTIPLAST, grupo de artistas plásticos veganos, ha participado en muy diversas exposiciones el Primer Festival de Artes Visuales en la entonces Galería de Arte Moderno en Santo Domingo en 1989, el XIII Concurso de Arte Eduardo León Jimenes en 1991, su exposición Vivencias Campesinas en Perth Amboy en New York en 1991, la confección del Mural representativo “ Las Costumbres dominicanas” en Alianza Dominicana en New York en el 2003, entre otras más recientes.
Ferrer es un pintor cuya obra está cargada de lirismo, dulzura y meditación. Su mirada profunda nos lleva a transitar por rincones que se ofrecen cercanos al cubismo y por otros donde las líneas se diluyen lentamente, como pasa con los recuerdos. Maneja con destreza exquisita el dibujo y el color, juega con las áreas y volúmenes figurados, permitiendo que el espectador se sienta inmerso en sus cuadros y los interprete.
Bosqueja, en medio de la bruma colorida, una casa de madera casi inmaterial. Capta la luz de los faroles que encienden las calles, traza el tronco de los árboles centenarios y se desliza por las paredes de una vetusta vivienda campesina para ascender a su techo de zinc rojo. La figura de un hombre con sombrero de ala ancha se nos acerca en medio de la hierba alta, la cercanía de otros seres humanos en torno a él viene a generar curiosidad, deseos de explorar esas ventanas a otro mundo cargado de poesía que constituyen sus obras.
Marcos D’Reyes nació también en Bonao. Desde niño se dedica al arte desarrollándose en el campo de la pintura, la escultura y el dibujo. Ha estado presente en exposiciones como “Renacer,” “Expiración para el Alma” y “Expo feria Don Soto” en nuestro país, así como exposiciones colectivas en los EE. UU.
Su obra hace homenaje a la mujer y a la música, a la cuales integra en una sinfonía de color, de luces y sombras que develan el misterio de la vida. En ella se observa la integración de los principios masculinos y femenino, el amor como un don espiritual que lleva al mundo de las esencias, los ojos cerrados a lo mezquino para conversar con la propia alma, las manos de largos y frágiles dedos que tañen el violín, la guitarra y el violoncelo elevando su sonido hacia los astros, hacia el bien y la belleza.
Tanto talento, derramado por la simbiosis de estos cuatro creadores en las paredes de la casa colonial que alberga el CODAP, no puede pasar inadvertido al crítico de arte, al público especializado o al transeúnte que camina frente a las puertas abiertas de esta institución. Como dijo Carmelo Galicia en las palabras inaugurales de esta entrega: “La mesa está servida”. Los invitamos a entrar a este banquete, y con la copa en la mano paladear ese vino añejo que endulza el espíritu, ese que solamente el arte es capaz de crear.