Nelson Encarnación
El autor es periodista
La construcción de las sociedades modernas fue un proceso plagado de incertidumbre y de tropiezos en muchos sentidos, sobre todo los llamados institucionales, los que a menudo se encontraron con actores de distinto jaez, desde demócratas soñadores hasta tiranos que, a la postre, fueron los que marcaron el devenir de muchas naciones.
Para ceñirnos al caso concreto de la República Dominicana, nuestra nación surgió de un proyecto sustentado en la idea de independencia y autodeterminación de los trinitarios encabezados por Juan Pablo Duarte, pero muy temprano los conservadores se apoderaron de los mecanismos que echarían a andar el naciente país soberano.
Y desde entonces, la nación solo ha tenido episodios fugaces de verdadera democracia liberal, si nos atenemos a la cronología histórica, donde el autoritarismo puro y duro predominó hasta fecha reciente.
Ahí están los 13 años de Pedro Santana; 15 de Buenaventura Báez; 14 de Ulises Haureaux; 31 de Rafael L. Trujillo; 22 de despotismo ilustrado del doctor Joaquín Balaguer, (95 en total) sin agregar las decenas de episodios de caudillitos que en conjunto son muchos años más.
De modo que, cuando al poner en vigencia la recién reformada Constitución, el presidente Luis Abinader dice que se ha puesto fin a 180 años de continuismo, es un enfoque que, en grado sumo, se ajusta a la verdad, pues muchos reconocidos demócratas no desestimaron la idea de seguir en el poder, pese a las coyunturas más adversas.
Es inevitable que los adversarios de Abinader busquen contrastar su afirmación, pero lo cierto es que no se puede negar que ha demostrado un desprendimiento inusitado en un ambiente tan cargado de ambiciones y de ambiciosos.
Es cierto que la anterior carta política ya contenía la prohibición para un tercer periodo, pero solo bastaba el deseo del actual jefe del Estado para que fuera removida sin dificultad, porque dispone en las mayorías legislativas calificadas para afrontarla sin problema.
¿O no fue lo que hizo Danilo Medina en 2015, sin contar con la correlación de fuerzas existente actualmente? Es decir, poner en marcha una idea continuista cuando se cuenta con mayoría, solo lo determina la medida de la ambición que tenga el pretendido caudillo mesiánico.
En eso radica la diferencia entre lo sucedido en el pasado lejano y el más reciente, y lo que acabamos de observar.