Según estadísticas del Registro Central de Tumores Cerebrales de los Estados Unidos (CBTRUS) publicado en el año 2021 para el período 2013-2017 de un total de 431,773 casos, 70% (283,171) correspondía a tumores benignos, y de este porcentaje 39% correspondía a meningiomas y 16.7% a tumores de hipófisis. Se estima que para este año se diagnostican 88,970 nuevos casos.
Cuando hablamos del término benigno, nos referimos a una afección, tumor, o neoplasia que no es cáncer, y se caracteriza por no diseminarse o extenderse a otras partes del cuerpo ni destruir tejidos cercanos, pero al crecer este tumor puede comprimir los órganos circundantes y ocasionar problemas a la salud, de acuerdo a la doctora Lourdes Marmolejos, oncóloga radioterapeuta del Centro de Radioterapia Integral (RADONIC).
Un ejemplo clásico lo representan los tumores de hipófisis o adenomas hipofisarios, que siendo benignos, podrían causar trastornos hormonales, dependiendo de su carácter secretor y de si son funcionantes o no, también pueden causar problemas visuales al crecer y comprimir el quiasma óptico.
En función de su tamaño suelen clasificarse como microadenomas <1 cm y macroadenomas cuando sobrepasan esta medida. Los macroadenomas no funcionantes son los más frecuentes y representan el 25-30% de todos los tumores hipofisarios. El abordaje diagnóstico incluye exploración oftalmológica completa y evaluación hormonal.
El tratamiento inicial o “gold standard” de estos tumores es la cirugía, y el neurocirujano extraerá tanto tumor como sea quirúrgicamente posible, el evidenciar tumor residual en estudios de imágenes post cirugía no es indicativo de un procedimiento fallido, debemos recordar la máxima en medicina: primum non nocere, que significa: «lo primero es no hacer daño”, por lo cual haber dejado tumor residual probablemente obedezca a la necesidad de evitar daños o complicaciones quirúrgicas de realizarse una resección más amplia, explica la Dra. Marmolejos.
A pesar de ser también tumores benignos, los meningiomas, schwannomas vestibulares, entre otros, también podrían causar otros síntomas como cefalea, dolor de oído, disminución de la audición, etc, Algunos tumores podrían originarse por ejemplo, en la base del cráneo con un impacto significativo en la calidad de vida, y a pesar de los avances quirúrgicos la extirpación total de la lesión podría no ser posible, siendo imprescindible la participación de un equipo médico multidisciplinario para ofrecer la mejor opción terapéutica al paciente, siendo sólo algunas interrogantes: ¿Qué hacer primero?, ¿cirugía o radiocirugía inicial?, ¿radiación posterior a la cirugía?, o ¿cirugía posterior a radiación?.
La radiocirugía estereotáctica intracraneal es una opción en tumores cerebrales benignos, con muy buenos resultados, ya sea en su modalidad de una sola sesión o multisesión (2-5 fracciones), todo dependerá del tamaño de la lesión, órganos a riesgo cercanos al tumor, características propias del mismo, antecedentes terapéuticos del paciente, por ejemplo, si es funcionante o no, irradiación previa, etc. La radiocirugía es un procedimiento ambulatorio, mínimamente invasivo, sin dolor y no amerita anestesia general.
“La necesidad de un equipo multidisciplinario es de rigor a la hora del manejo terapéutico del paciente, esto nos enriquece como profesionales, dándonos perspectivas que tal vez nunca hubiéramos pensado”, apunta la especialista.