Petra Saviñón Ferreras
Todas las pandemias requieren guardar precaución, evitar el contacto físico, mantener la prudencia, como forma infalible de bajar su incidencia.
Muchas son las enfermedades que han diezmado a la humanidad pero en medio de toda desgracia algo debe quedar intacto per secula seculorum, la solidaridad.
Es inaudito, insólito ver escenas como la de un hombre que cae en plena calle y muere sin que nadie le preste ayuda por temor a contagio a la protagonista de turno, el covid-19.
Según la Organización Mundial de la Salud con tasa de mortandad global entre 3 y 5%, más baja que otras epidemias.
Los humanos han sufrido el impacto terrible de la lepra, de la viruela, de la peste bubónica, del cólera.
¿Entonces por qué tanto cuidado ahora? porque es la primera vez que un coronavirus pasa a pandemia, no siempre hay síntomas, las enfermedades anteriores eran dermatológicas, visibles y porque esta al ser nueva, podría tener reacciones inopinadas.
A todas esas crisis sanitarias ya vencidas la gente han reaccionado con una mezcla de esperanza y de temor y lo mismo que ahora las manos dispuestas a brindar ayuda han estado siempre y así deben seguir, extendidas y en aumento.
El miedo a contagiarnos no puede arrebatarnos nuestra capacidad de entrega, de darnos en plenitud, esto no es contrapuesto a protegernos, a velar por nuestra salud.
Somos una humanidad que ha forjado cambios extraordinarios y que recuerda el inmenso poder de la unión. En el caso de este país deben tenerlo claro oficialismo y oposición.