Petra Saviñón Ferreras
La fuerza de los medios de comunicación es grande, sí señor. Sirve para impulsar causas justas, para hacer de este mundo un lugar menos inhabitable, para atemorizar, pues hasta el ciudadano más carenciado amenaza con llamar a la prensa ante un atropello o situación que le desfavorece.
En opinión de algunos, como la defensa de imputados en casos sonoros, ese poder es tan amplio que incluso incide en decisiones judiciales, porque los jueces temen a las críticas de los periodistas defensores del Ministerio Público.
Igual, la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados advirtió que no actuará bajo presión mediática en el estudio del Código Penal ¿Qué significa?
Pero quizás la prueba más grande del ancho campo de acción de este sector la dio el ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, cuando arguyó que la destitución del director y de la encargada de perinatología del Hospital Materno Infantil San Lorenzo de los Mina la provocó la presión mediática.
Ya antes, el titular del Servicio Nacional de Salud, Mario Lama, había pregonado que ese centro es de alta complejidad y recibe pacientes vulnerables, por lo que la muerte de 32 neonatos solo en febrero, no constituía negligencia.
De inmediato llegó en forma de pregunta la respuesta de una población asombrada ¿Entonces por qué la cancelación de esos funcionarios, cuando esa acción los desacredita, empaña su hoja de servicio?
Pasma escuchar al señor ministro con declaraciones de esa magnitud, que vienen a despejar las dudas que dejó su subalterno Lama, cuando detalló las causas de decesos de estos niños, y eximía así de responsabilidad a los dos médicos retirados de sus funciones.
Visto esto, parece que los medios tienen alto alcance en los tres poderes del Estado o es que hay gente que ve fantasmas.
Es desacertado actuar movido por el miedo. Esto no está en discusión, es una falencia muy grave.