Felipe Ciprián
Sabía que en este país había mucha gente ingenua, pero ignoraba que esa falencia escalaba tanto.
Todavía aquí hay gente que piensa que Danilo no quiere seguir al mando y que puede facilitar una avenencia para que otro dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), incluido de su entorno inmediato, sea aupado para sustituirlo con su apoyo.
Quienes así piensan, sueñan. Controlar el poder en una democracia como la dominicana es mil veces más adictivo que consumir heroína y eso no tiene nada que ver con la “formación” familiar, pueblerina, política o ideológica de quien sea el Presidente.
Balaguer hablaba de la “Silla de Alfileres”, pero si se examina la historia desde que existe el Estado (con los reinados vitalicios, déspotas, dictadores, tiranos, manipuladores y embaucadores de toda laya) se comprobará que dejar el poder no es una opción para los jefes, salvo que se llamen José Mujica, mejor conocido como Pepe, el uruguayo universal dictador del talento, la tolerancia y el perdón.
Mujica, el jefe tupamaro, es clase aparte y a buena honra como cirio que alumbra la esperanza moral y la dignidad de los pueblos.
En un escrito anterior dije que un recurso fundamental del danilismo en esta etapa debe ser evitar una confrontación con ruptura con las fuerzas de Leonel, porque no es el mejor momento de Danilo y el calendario le daría tiempo al expresidente para articular una oposición interna –tipo la que hizo con éxito Salvador Jorge Blanco a Antonio Guzmán y a Jacobo Majluta entre 1982 y 1985- para desgaste cualquier proyecto continuista de Danilo o de un danilista.
Dije más: afirmé que el propósito del danilismo debe ser “marear” a Leonel y ganar tiempo para dos cosas: para que no pueda formular un proyecto de poder alternativo fuera del PLD, y con las manos atadas fuera y con minoría dentro (del PLD), tenga que aceptar el mal menor, apoyar a Danilo (y en el mejor de los casos para él) a un danilista, pues de lo contrario, el PLD perdería el poder.
Aunque parezca increíble, el futuro dominicano se definirá con lo que pase en el PLD y fundamentalmente con los delirios o la firmeza de Leonel, porque si se plantara a reclamar respeto a la Constitución, movilizara a sus seguidores y afrontara las consecuencias, Danilo tendría que pensarlo treinta veces antes de desafiarlo a él y a toda la sociedad.
Pero como Leonel dijo recientemente que “quienes vaticinan” la división del PLD están equivocados, yo le creo y lo veo con su acervo doctrinario, “mareado” pensando que la suerte y Dios –el que según él decide quién será candidato presidencial del PLD- le van a dar una oportunidad de ser el Josué que sustituya a Moisés en la conquista de la Tierra Prometida.
Todo el que quiere saber sabe que yo no tengo hachas que afilar ni halagos que reciprocar, pero quien quiere el poder y no está dispuesto a luchar a muerte por él, que se aparte, porque nadie se lo va a regalar por su elocuencia.