Margarita Quiroz
El objetivo es llegar, lo más rápido que se pueda, sin reparar en consecuencias, tanto en ellos mismos como en otras personas, situación agravada tras el auge de empresas dedicadas a envíos express.
El tránsito en Santo Domingo experimenta su momento más caótico. La imprudencia se moviliza en dos ruedas, a bordo de los motoristas -dueños y señores de las calles- esto ante la mirada atónita e impotente de conductores y peatones y el fracaso de las autoridades por controlar tan desafiante inconducta, como elemento más agravante.
Como si nada de esto fuera obvio, y las escenas de imprudencias, disputas entre choferes y accidentes no implicaran ser ‘el pan nuestro de cada día’, las autoridades se detienen en analizar los por qué, desvelando sus debilidades en el control de una realidad en la que los accidentes de tránsito continúan siendo la causa número uno de muertes en el país, el 70% de estas provocados por motores.
Por el momento, los motoristas sólo cumplen, y no a cabalidad, la disposición gubernamental de llevar puesto el casco protector y esto, aparentemente, le da licencia para transitar a excesiva velocidad, violando cualquier color de luz en los semáforos, transitar haciendo uso del celular, en vía contraria y por encima de las aceras poniendo en riesgo la vida de los peatones.
El objetivo es llegar, lo más rápido que se pueda, pero llegar, sin reparar en consecuencias tanto en ellos mismos como en otras personas, situación agravada tras el auge de empresas dedicadas a envíos express.
Un dato a destacar: en enero de 2024, República Dominicana tenía 3,298,697 motocicletas registradas, lo que representa el 56.5% del parque vehicular total, que ascendía a 5,838,510 unidades, es decir, que la situación de más de dos millones que corren por nuestras vías sin licencia es más temeraria.
Además, como medio de transporte de pasajeros, los motores movilizan alrededor de siete millones de personas solo en el Gran Santo Domingo.
El pasado jueves, el Senado de la República, convertido en Comisión General, interpeló al director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), Milton Morrison, sobre esta preocupante situación.
Morrison citó como parte de las causas de la «grave crisis de seguridad vial que enfrenta el país’, la ineficiencia en la aplicación de las leyes de tránsito y falta de recursos y personal en la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett).
Es decir, que a juicio del director del INTRANT, el caos que se vive a diario en el tránsito en la capital dominicana y el país en general se resuelve con dinero y mayor cantidad de agentes en las calles.
Sin embargo, dicho esto el día del viernes amaneció con agentes de la Digesett apostados en las principales vías de Santo Domingo, provocándose así extensos y estresantes entaponamientos, con lo que, en parte, se cae la hipótesis de este funcionario. Por demás, los motoristas seguían haciendo de las suyas.
Mientras se elucubrar, el temor de la ciudadanía se incrementa. Hoy día, transitar por cualquier vía de la ciudad se traduce a un temible reto, y, sólo resta salir ‘persignados’ ante el temor de enfrentar cualquier eventualidad.