Emely Tueni
MADRID, España.-
Muchos piensan que los mártires cristianos forman parte de crónicas antiguas, cuando lo cierto es, que después de la llegada de Cristo, con el transcurrir de los años, siglos, durante diferentes épocas, y lugares, los sacrificios de vidas por creencias religiosas católicas, continúan formando parte de la historia reciente de la humanidad.
En las últimas décadas, los mártires cristianos, han teñido con sus sangres diversos continentes: África, Asia y América Latina, como el recién canonizado por el Papa Francisco, Monseñor Oscar Romero, quien fuera arzobispo de El Salvador, asesinado mientras oficiaba misa, por un grupo de paramilitares de ultra derecha, del mencionado país Centroamericano,
La canonización de Monseñor Romero, eleva a los altares católicos a un sacerdote que defendió con valentía la población pobre de El Salvador, durante unos años terribles de enfrentamientos a una dictadura, un poder absoluto militar contra guerrillas de oposición, producto de las desigualdades abismales sociales, una lucha que dejó un alto número de muertos.
Monseñor Romero, fue acribillilado en el 1980 mientras oficiaba misa, en presencia de feligreses y religiosas quienes abarrotaban la iglesia, siendo testigos directos de la inesperada, y abrupta entrada al templo de paramilitares que quitaron salvajemente la vida del sacerdote.
Los feligreses no daban crédito a la tragedia, llenos de pánico y dolor, continuaron en la iglesia tratando de reanimar el cuerpo ya sin vida de Monseñor Oscar Romero, cuya sangre teñía de rojo el Altar Mayor, donde muchas veces alzo su voz en defensa de los pobres de su país, por lo que fue detenido en varias ocasiones, humillado y amenazado de muerte. El vio morir asesinados a varios jóvenes que impartían catecismo, y otros religiosos que le apoyaban en su causa.
En un escenario de terror, donde los militares ordenaban torturas y fusilamientos contra sus oponentes, Monseñor Romero fue un jesuista defensor de los Derechos Humanos, un verdadero apóstol de Jesús, víctima de los escuadrones de la muerte que oprimió a El Salvador. Este grupo de asesino era comandado por el militar Roberto Daubuisson, quien acuño la frase: ¨Haga patria, mate a un cura¨. Este criminal, murió hace pocos años de cáncer.
La persecución y asesinatos contra sacerdotes y laicos, condujo a Monseñor Oscar Romero a enfrentarse a la dictadura. Sus sermones denunciaban las injusticias sociales. Su lucha fue siempre respaldada, por los Papas Pablo VI, y Juan Pablo II.