
M.A.Crítica e Historiadora del Arte
Mayra Ubiera, gran artista plástica dominicana, nació con lo estético atrapado en su alma, en la esencia de su ser. Pinta desde niña y es oriunda de La Romana. Allá, en su antigua escuela primaria, amaba ilustrar en la pizarra y en su cuaderno lo que describían sus libros de clases. Una querida maestra la incentivó a pintar. Su profesora se dedicaba en momentos de ocio a trazar rostros y a ella le encantaba verla haciendo esa labor. Vino de 12 años a la capital. Acá conoció a su primer esposo y padre de su hija, al que le gustaba también la pintura y el dibujo.
Comenzó de manera autodidacta a observar y leer enciclopedias de pintura. Con ellas fue aprendiendo, fundamentalmente con el texto de José Llobera llamado Dibuja, pinta, modela, en tres tomos, que fue un método integral de formación artística que considera muy completo y del que extrajo muchos conocimientos.
Incursionó así poco a poco en la pintura, haciendo su primer cuadro en 1973 imitando una pintura de Van Gogh. De ahí en lo adelante comenzó a cultivar la artesanía, al mismo tiempo que estudiaba Secretariado Ejecutivo. Posteriormente comenzó a trabajar en diferentes empresas como secretaria.
En el campo de las artes aplicadas hizo artículos de cuero, muñecas de trapo, al tiempo que se desarrollaba como ceramista y pintora, perfeccionando sus estudios sobre el viejo arte de modelar y cocer el barro en un curso ofrecido en la UNPHU en 1983. También estudió Ceramología Histórica en Panamá y luego Artes Culinarias. Tomó clases en la Escuela de Cándido Bidó, y luego en la de Guillo Pérez. También recibió lecciones de Orlando Estrella, Germán Ricardo, Miguel Gómez, Martín Santos, y de maestros en los Estados Unidos de Norteamérica.
En cuanto a las técnicas pictóricas que cultiva está el carboncillo, el acrílico, el óleo. Considera que ha hecho alrededor de mil retratos y aunque trabaja bellamente el paisaje y otros temas, siempre deja entrever que captar el rostro y la figura humana en toda su identidad es su temática preferida.
Le gusta la costura, el arte en general, con el llamado criterio de arte único, buscando la perfección estética en cada una de sus creaciones.
En el año 2008 hizo una exposición individual denominada Evolución, en la Galería de Arte de la Fundación Global Democracia y Desarrollo. En ella los personajes de lo cotidiano poblaron sus lienzos: bodegones tropicales, marchantas, temas sociales y costumbristas y, por supuesto, hermosos retratos, donde captó el alma de sus modelos. Ha ganado tres concursos de retratos, uno
de ellos a nivel internacional, convocado por la embajada de Venezuela, donde participaron treinta y siete artistas latinoamericanos. En este último ganó el primer lugar con su representación de Francisco Caamaño.
El retrato del presidente Chávez, que se encuentra en la embajada de Venezuela y que pusieron a la muerte de esta figura frente al libro de condolencias, es obra de sus manos. También ha representado a artistas como el escultor Freddie Cabral, Fernando Ureña Rib y Ángel Haché, a políticos y patriotas como Juan Bosch, Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella y a otras destacadas figuras. Por otra parte, recrea en su imaginario plástico a animales, frutas, calles en las que circulan personajes populares, escenas de la vida vulnerable en el río Ozama, fogones, payasos y mujeres dialogando con el mar. Todo cuanto la motiva y llena su espíritu, puede ser mostrado en sus cuadros.
Ha participado también en más de cuarenta exposiciones colectivas, siendo la última Mujer Arte y Naturaleza inaugurada el 11 de marzo del 2020 en el Centro Mirador, junto a la escultora Teidy Mora, María Anunziata Ronzino, Josefina Garrido y Mercedes Ricourt. En las obras que expuso en ella, mezcló su realismo y búsqueda de lo bello externo e interno con elementos oníricos basados en la naturaleza, donde un colorido intenso y optimista llenó al público presente de belleza, frescura y alegría.
La gracia, el lenguaje abierto y directo, la claridad, la fuerza y la búsqueda de lo perfecto son los dones que reflejan las creaciones de esta artista. La mezcla de estilos, el realismo, el academicismo, cierto toque naif que le da espontaneidad y sencillez a su detallado trabajo, le permite conectar con todos, con cada uno de los que apreciamos su trayectoria artística y el legado de su mundo de seres sin dobleces, de verdor, lozanía y azules transparencias.
Gracias Mayra por tu obra, por tu búsqueda perenne del bien y la belleza. Que la barca del río y la dama frente al mar de tus lienzos puros y luminosos nos permitan seguir navegando en los mundos que plasmas, que la taza de café que tenemos pendiente por el COVID nos espere sin pausas. Las marchantas de tus obras, con sus girasoles de luces y sus sombreros de paja, caminarán pronto alegres por mercados y calles, anunciado la llegada del abrazo fraterno y del sol del mañana.