De no haber sido músico, Marco Antonio Solís «el Buki» hubiera sido sacerdote o payaso. Esas fueron las primeras aspiraciones que tuvo cuando era tan solo un niño. Pero hoy, 45 años más tarde, tiene una exposición dedicada a su trayectoria que demuestra que eligió el camino correcto.
«Al principio yo me inclinaba por el sacerdocio, imagínate, o ser payaso. No sé por qué me llamaba la atención, pero la del sacerdocio la tenía más fija y con más convicción. Después llegó la música inesperadamente y me transformó», asegura este viernes en entrevista con Efe.
Los inicios del cantante nacido en Ario de Rosales, en el occidental estado de Michoacán, se dieron cuando tenía tan solo diez años, dos años más tarde probó sus dotes en la composición y para los 17 ya tendría su propia banda, Los Bukis, la que sería su primera plataforma rumbo a la fama.
«Siempre me gustó cantar, a mis amiguitos y a los maestros les empezó a llamar la atención cómo lo hacía. La composición empieza a los 12 o 13 años y fue algo que se me dio natural», confiesa.
Esta primera etapa de la vida del autor de «Si no te hubieras ido», y otras más, ya están exhibidas desde este viernes en el Museo del Grammy ubicado en Los Ángeles, California, en la exposición «Y para siempre… Marco Antonio Solís».
Esta exposición, como la música, ha sido otro de los tantos acontecimientos impredecibles e inesperados en su vida.
«Se dio de pronto como una idea que fue agarrando fuerza y yo no lo veía realizable. Luego pensaba que era un lugar tan grande en donde solo hay espacio para artistas americanos y del mundo anglosajón, con trayectorias muy importantes que pues no lo imaginé. Estoy emocionado después de recorrer estos espacios con tantos recuerdos», asegura.
Desde los vestuarios más extravagantes, pasando por los reconocimientos importantes de su trayectoria y algunos otros objetos, se pueden ver en la exposición que recorre los 45 años de arduo trabajo del músico de 61 años.
«Faltan muchísimas cosas», advierte el cantante, que pese a esto está satisfecho con lo que se muestra.
«Cuando pasó por la época de Bukis hay mucha nostalgia, al mismo tiempo mucha alegría de tantos logros y ver el vestuario que yo usaba tan estrafalario te arranca también una sonrisa», cuenta.
Entre lo más preciado y emocional que está exhibido en dicho recinto se encuentran las canción escritas de su propio puño y letra en diversos años, como «La venia bendita» y «Hermano», ambas escritas en 1997.
«Aunque tenemos tanta tecnología, siempre he escrito las canciones a mano para darle ese sello. Ahí se ve en algunas de las canciones importantes la situación emocional, en la escritura se ven los borrones de algunas frases», asegura.