Fríos asesinatos, torturas por encargo, pistolas con brillantes, sobornos a funcionarios de México y Colombia, túneles, trenes, aviones, barcos, lanchas y hasta submarinos para transportar toneladas de droga a EEUU y una vida de lujos desenfrenados al margen de la ley.
Así es el mundo criminal de los cárteles de la droga de México descrito por algunos de sus más destacados protagonistas, narcotraficantes presos o ya en libertad con nuevas identidades secretas que testificaron estos dos últimos meses en el proceso en Nueva York contra Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera, el mexicano que lideró el cártel de Sinaloa y que se enfrenta a cadena perpetua.
Extraditado hace dos años y en riguroso aislamiento en una de las cárceles más seguras del país, el Chapo ha superado dos meses de juicio en la corte de Brooklyn por haber enviado 150 toneladas de droga a EEUU entre 1989 y 2014, de lo que se declaró inocente.
Los testimonios de antiguos socios o aliados, a los que el Chapo siempre está atento en el tribunal, han ido dibujando la historia de un niño que no tenía qué comer hasta convertirse en un hombre hábil para los negocios que creó un imperio de la droga, con lujosas residencias, aviones y hasta su propio zoológico, pero también un hombre sin piedad, según la acusación de la Fiscalía de EEUU.
El Rey Zambada
Jesús «el Rey» Zambada, preso en EEUU, fue el primer testigo importante de la Fiscalía y es hermano de Ismael «Mayo» Zambada, al que identificó junto al Chapo como principales líderes del cártel. «El Rey» administró el cartel en Ciudad de México y la logística de transporte de la droga desde los almacenes hasta la frontera.
Trabajó para el cártel desde 1987 hasta su arresto en 2008, y contó sobre los inicios del Chapo, cuando tenía hambre de poder y con un puñado de hombres distribuía la droga de cárteles colombianos.
Aseguró que el Chapo siempre estaba armado y rodeado de hombres que lo protegían, y habló de millonarios sobornos a autoridades mexicanas a nombre del acusado para poder operar libremente en su región y recibir cargamentos en el aeropuerto de Ciudad de México.
También vinculó al Chapo con asesinatos de rivales y aliados, entre ellos el de Rodolfo Carrillo Fuentes, por presuntamente negarse a darle la mano en una reunión, o el de Julio Beltrán Leyva por haberle desobedecido en el envío de un cargamento.
El Gordo
Miguel Ángel Martínez, alias «el Tololoche» o «el Gordo», bajo el programa de protección de testigos de EEUU, estuvo con el Chapo entre 1986 y 1998, cuando fue arrestado, primero como piloto y luego como gerente. Era su hombre de confianza con los cárteles colombianos.
«El Gordo» programó y estuvo al frente de decenas de vuelos que transportaban la droga desde Colombia a pistas clandestinas que alega tenía Guzmán y que enviaban a EEUU a través de túneles, camiones de doble fondo, trenes y hasta en latas de jalapeños.
Su exjefe, dijo, se aprovechó del boom de la coca a finales de los 80 y principios de los 90, que le produjo millones que usó en una vida de opulencia con una casa en cada playa y ranchos en todos los estados, pero también para financiar su guerra contra el cártel de Tijuana, después de que asesinaran a dos amigos.
El excapitán del Ejército ecuatoriano Telmo Castro, mencionado como colaborador del Chapo por este testigo protegido, fue detenido el pasado 22 de diciembre en Guayaquil por violación de las medidas y criterios judiciales que permitieron su libertad anticipada.
El Chupeta
Juan Carlos Ramírez «el Chupeta», colombiano, preso en EEUU, principal abastecedor de coca del cártel, que llegó a enviar a México hasta 14 aviones en una noche, y sin lugar a dudas quien más impactó por la frialdad con que habló de los 150 asesinatos que ordenó y el orgullo que mostró por la calidad de su droga y sus habilidades, como sugerir submarinos para el transporte de la droga.
Líder del cártel del Norte del Valle hasta su arresto en 2007, apodó a Guzmán «el rápido» por la forma en que traficó su droga desde México a EEUU.
«El Chapo me pidió que le mandara cocaína 100 % pura, de óptima calidad», dijo sobre el inicio de sus relaciones en 1990, lo que duró 17 años. La droga llegaba desde Colombia a pistas clandestinas, un transporte que fue cambiando y que incluyó barcos camaroneros, lanchas rápidas y hasta submarinos para evitar ser detectados.
Los mellizos
Pedro Flores, preso en EEUU, en la década del 2000 fue el más importante distribuidor de la droga del cártel desde Chicago, que convirtió en la pequeña Sinaloa junto a su hermano mellizo.
En 2008 se entregó a las autoridades y comenzó a cooperar grabando conversaciones con Guzmán y otros miembros del cártel. Dos de estas conversaciones fueron presentadas por la Fiscalía en el juicio, en las que se oye al mexicano negociar con Flores el precio de cargamentos de heroína con destino a Chicago.
Las FARC
Jorge Milton Cifuentes, colombiano extraditado a EEUU en 2013, donde se declaró culpable de narcotráfico, aseguró que vendió coca al Chapo comprada a las FARC. También que su cliente quiso traficar con droga desde Ecuador a México en barcos petroleros de Pemex.
La defensa
La defensa del Chapo resta credibilidad a los testimonios y el primer día del juicio descargó las acusaciones en el narcotraficante Zambada García, de quien recordaron que «nunca ha estado en prisión» pese a su vida delictiva de 40 años ya que supuestamente pagó «al actual y al pasado presidente de México cientos de millones de dólares en sobornos», en alusión a Enrique Peña Nieto y a Felipe Calderón.
La defensa del Chapo la dirige el abogado de origen ecuatoriano Eduardo Balarezo, custodiado por el experto en interrogatorios William Purpura y el neoyorquino Jeffrey Lichtman, un caro equipo que debe pagar el Chapo pese a tener los bienes embargados.