María Fals
El 5 de enero de 2020, en los albores de un Día de Reyes, la comunidad de San Luis en el Santo Domingo Este amaneció con aires de renovación. En sus muros de solares baldíos, de edificios públicos, en sus calles y callejuelas, había nuevo testigos del pasar de la gente, satisfaciendo el gusto estético de todo el ser humano que transitaba por el lugar.
Cayenas de vida y de esperanzas, árboles florecidos, la paloma de la paz y del espíritu iluminando el camino, los soldados verde olivo defendiendo nuestros valores, bailarinas clásicas- entregadas a la magia del movimiento y de la luz- danzando junto a Guloyas ancestrales, vírgenes protectoras, imágenes de cemíes taínos, cruces de salvación, carretas de caña de azúcar, obreros en plena zafra, venían poblando poco a poco los grises lugares que el moho, el abandono y la humedad antes habían invadido.
Una mezcla de estilos se percibía en los muros renacidos: el surrealismo abstracto y sintético, el realismo recreando la flora, lo simbólico, lo romántico, lo geométrico de un cubismo difuso, la factura académica y lo naif; todo mezclado en una simbiosis límbica y feliz. Un aliento de puros propósitos, la fuerza del fuego sobre espacios bidimensionales al aire libre, salvaban a la postmodernidad de su liquidez y su viscosidad.
Son diversos sus creadores, respetuosos del decir y el hacer de cada compañero de obra, solo tienen una meta común y un deseo que los hermana: hacer el entorno más humano y a las personas más felices. Sin embargo, se ayudan mutuamente en el trazo, en el colorear las formas, pero cada uno de ellos mantiene su identidad.
¿Quiénes son los gestores de estos cambios, los coordinadores del proyecto y los artistas que han creado este universo estético formal y conceptual de fiesta y esperanza, que viene a cambiar la cotidianeidad y dejar atrás lo sucio y lo olvidado?
Son los artistas plásticos y muralistas : Mircíades Marino Andújar, Pili Monción, Dilcia Cordero, Luis Reyes y Nércido Beltré, en un proyecto coordinado por Alexis Jáquez y ejecutado por Junior Frías con apoyo del Ayuntamiento local. Ellos están dado su tiempo y esfuerzo mancomunado para regalarle una hermosa bienvenida a este año que recién comienza. Lindo obsequio iniciado un Día de Reyes que solo el amor, el bien y la belleza pueden dar. Y esto es solamente el primer paso de algo mayor, pues su trabajo continúa.
En entrevista dada por los autores, el 15 de enero en salones de la ENAV, amablemente ofrecidos para la ocasión por su directora Mirna Ledesma, Mircíades y sus compañeros de proyecto nos contaron que el mismo tiene varias partes. La primera es rescatar los murales previamente existentes en San Luis y crear otros nuevos en un lanzamiento del trabajo del grupo como ya lo están haciendo.
En un segundo momento ya se está trabajando con la comunidad: motoconchistas, amas de casa, dueños de talleres realizan el reciclaje de madera, gomas de autos, plásticos de todo tipo, en función de desarrollar la educación ambiental. Esos materiales se utilizarán para crear nuevas obras en base a las Tres Erres: Reducir, Reciclar, Reusar.
Lo que no se utilice en los nuevos murales se convertirá en obras de artesanía mobiliar, en objetos de uso práctico y accesorios, donde el arte se integre a la vida práctica, haciendo énfasis en su función educativa convirtiendo el gusto por lo bello en un hábito, en un diario y útil devenir.
En un período histórico donde cada vez es más necesario el rescate de los valores nacionales, donde el ser humano debe buscar referencias culturales para no perderse en medio de un mundo árido y globalizado. Proyectos como este deben ser apoyados por las autoridades municipales, por el pueblo portador de cultura, de costumbres y de referencias, por otros artistas, por los críticos de arte en cuanto a su valoración y difusión.
Un objetivo prioritario del arte público, como lo son las obras de este proyecto, y de todos los que tenemos que ver con la cultura nacional, debe ser lograr que el acceso a la obra artística sea más inmediato, más directo, acercarla cada vez más a la sociedad, para hacer cada vez más posible una Patria cimentada en valores, en autoconfianza, en el orgullo de lo propio tal como la soñaran Juan Pablo Duarte y los padres fundadores de nuestra nación.