María Fals Fors
M.A Historiadora del Arte. Crítica de Art
Colonizar trae consigo la fundación de ciudades y el poblamiento a partir de la llegada de colonos pertenecientes a la cultura invasora que vienen a explotar un territorio. El período colonial de Las Antillas se inicia en la isla de La Española en 1493, con la fundación de La Isabela en su costa norte.
Más tarde se comienza el proceso de fundación de centros urbanos en Cuba, con la creación de su primera villa, Baracoa, en el año de 1511 en a las orillas del río Miel. Anteriormente, en 1508, Caparra había sido fundada por Ponce de León en la vecina Puerto Rico.
Con la conquista de nuevos territorios por parte de España en el continente recién descubierto, surge el interés en las demás potencias europeas del siglo XVI como Inglaterra, Francia y Holanda de usurpar lo que era ya propiedad de la corona española, en acto en el que se utilizaron diferentes instrumentos para lograr sus propósitos como fue el caso del corso y la piratería.
Ante el peligro que representaban los filibusteros para los dominios españoles en el área del Caribe y en el resto de América, cobró auge la construcción de fortalezas militares de inspiración medieval y renacentista, dotadas de gruesos muros que protegían las entradas de los puertos de las urbes americanas.
Un principio de las leyes de Burgos era la ubicación de ciudades cerca de un promontorio o morro, que serviría para situar en él un edificio de carácter militar. Es por esta razón que proliferan en América Continental y en el Caribe insular una serie de edificaciones carácter defensivo, construidas en elevaciones ubicadas las entradas de bahías y ríadas, que llevan por nombre el Morro.
Tres se destacan entre todos ellos por su belleza, monumentalidad y capacidad defensiva: el Morro de La Habana, el de Santiago de Cuba y el de San Juan, Puerto Rico. Este último inicia su proceso constructivo en 1539, proyectándose su nuevo trazado y ampliación por Juan Bautista Antonelli y Juan de Tejada. Su primer faro fue iniciado en 1843 y posteriormente reconstruido en 1908.
Posee seis niveles o plataformas, unidas a través de rampas para trasladar los armamentos pesados como los cañones y también por escaleras. Se observan en él garitas, celdas, almacenes, área de cocina, salones y otras dependencias. La altura de esta construcción es de aproximadamente 40 metros. Su forma poligonal y abierta permitió amplia visibilidad, tanto hacia en interior de la bahía de San Juan como hacia el mar abierto, lo que la convierte en una poderosa fortaleza, que ha soportado numerosos ataques a través de su ya larga historia.
El Morro de La Habana es más reciente. También llamado el Castillo de los tres Reyes, tiene forma irregular, adaptándose a las características del peñasco donde está ubicado en la salida de la bahía de la ciudad. Posee una altura de 60 pies, desde su base hasta su plataforma más elevada. A diferencia del de Puerto Rico es más cerrado por las características del terreno que lo soporta.
Iniciado a mediados del siglo XVI, es ya casi concluido en el siglo XVII, alrededor del 1610.
El proceso constructivo fundamental estuvo a cargo del ya mencionado Juan Bautista Antonelli, aunque sufre un importante proceso de reconstrucción por parte de Agustín Crame y Silvestre Abarca en torno al 1763. Su primitiva torre de 5 metros de mediados del siglo XVIII, fue sustituida por su faro actual del siglo XIX, que tiene una altura de 30 metros.
Ambas fortalezas fueron construidas en piedra coralina, poseen un foso seco y bóvedas de cañón y de aristas. Se caracterizan por una gran mezcla de estilos, que abarca desde lo mudéjar y lo románico hasta lo renacentista, adoptando de todos estos lo necesario para su fin evidentemente práctico y utilitario.
Por último, nos referiremos al Castillo de San Pedro de la Roca, el llamado Morro de Santiago de Cuba, que domina la ciudad fundada en 1515 por Diego Velázquez. Fue iniciado en 1590, aunque su proceso constructivo fundamental data de comienzos del siglo XVII y en el mismo también estuvo involucrado Juan Bautista Antonelli.
Posee varias baterías contiguas como la de La Estrella que da al interior de la bahía, la de la de Santa Catalina y la de Aguadores. En su base está la zona de la llamada Lengua de Agua, luego en orden ascendente están las plataformas de tiro, la del Santísimo Sacramento y la de la Trinidad. Otros espacios, como las baterías Scopa Alta y la Vigía, son de fines del siglo XIX.
Rodeado también de un foso seco, poseedor de puente levadizo que le da acceso, con su plano irregular de carácter poligonal, es una construcción monumental de gran elegancia que se adapta, igual que las edificaciones antes mencionadas, a las características del accidentado territorio donde se yergue a través de los siglos.
Los tres Morros desafían el mar embravecido, el soplar de los vientos, las batallas humanas y el devenir de los tiempos para decirnos a coro, con sus voces de coral blanco y salitre que somos tierras hermanas, que el Caribe es uno y que juntos podemos seguir firmes y unidos como lo han sido ellos.