Petra Saviñón Ferreras
De este lado, la Asociación Dominicana de Profesores con un saco de denuncias sobre la mala administración del sistema educativo. En la otra ‘esquinaaa’, el Ministerio de Educación con acusaciones contra el gremio, al que imputa descuidar la docencia, pensar solo en sus beneficios y relegar los derechos de los estudiantes.
En el medio, pues claro, los alumnos, sus padres y tutores zarandeados por esta guerra y contraguerra de acusaciones y perjudicados por ambas entidades.
Muchachos que acuden a buscar el pan de la enseñanza y de paso el de harina a planteles descuidados, en infraestructuras peligrosas para su salud física y emocional, con aulas deterioradas, baños inservibles y comida de mala calidad.
Chicos de comunidades privadas de los servicios básicos que afrontan las huelgas organizadas por sus docentes en nombre de mejoras para su gremio y en detrimento del bienestar colectivo, sometidos a estas alturas a trato indignante, en este absurdo en el que sigue vigente el esquema del huevo y la piedra.
Metidos entre una cartera que reclama a educadores que no respetan el calendario lectivo, pautado para concluir el día 23 pero que ya para muchos acabó hace una semana y entre una dejadez que impide suministrar los fondos para la reparación y construcción de escuelas en espera desde épocas inmemoriales.
Así, los que asisten a centros públicos son los grandes perjudicados con esta relación innominada de la ADP y el Minerd, en una burbuja que parece no explotará nunca y que quién sabe qué tantas cosas tendrá dentro y nos salpique a todos.