Petra Saviñón Ferreras
Escaso el día en el que este país no sea vestido de luto, de dolor con los accidentes de tránsito. Esas colisiones obedecen en tantas ocasiones a la imprudencia de conductores que intentan rebasar a otros, que viajan a alta velocidad, que violan la luz roja del semáforo y…
Las estadísticas oficiales registran que el 70% de los fallecidos son motociclistas, pilotos que caben en cualquier huequito y muchos parecen siempre tener demasiada prisa y por eso algunos de forma lamentable perecen.
Un hermoso consejo fue el que escuché de un motorista a un compañero imprudente- tenemos la responsabilidad de andar con cuidado-
Claro, ese comportamiento es el que deben exhibir todos los que están al volante, al timón, todos, puesto que los que van en moto no son los únicos que cometen imprudencias que salen caras, muy caras.
Este territorio ha vivido choques, impactos terribles que convierten las vías en escenario de espectáculos horripilantes, lastimosos para la vista y el alma.
Niños, embarazadas, ancianos son la población más vulnerable arrastrada en esta vorágine agresiva de la que nadie está exento y esta violencia en las carreteras, generada por personas que llevan una urgencia desconocida, pare otras agresiones, discusiones, peleas, heridas que suman muertes.
Es obvio que nadie maneja para chocar y que muchos accidentes han ocurrido por deslizamientos, explosión de una llanta, obstáculos en las vías pero igual las cifras están ahí y arrojan que la mayoría ha sido por temeridad de alguno de los choferes.
Esa desesperación dejada por la parca aumenta cuando las víctimas ni siquiera residen en este terruño, cuando han venido a disfrutar de este encantador pedazo de isla y son retornadas inánimes a su hogar.
Qué desolación tan grande la de recibir de ese modo a un ser amado.