EN CONEXIÓN
Joseline Feliz Javier
Todos, aunque sea una vez en la vida, hemos sido guiados, influenciados e inspirados por la figura de un líder. Esa cabeza o mentor que apostó y depositó cuota importante de confianza, aun sin que fueran visibles nuestros resultados en término de desempeño profesional.
La Real Academia de la Lengua define al líder como la persona que dirige u orienta un grupo, reconociéndola como jefe o autoridad. Otras fuentes lo definen como la persona que conduce, mediante su influencia y poder, las energías, potencialidades y actividades de un grupo para alcanzar una meta común a fin de transformar tanto a la empresa como a las personas que colaboran en ella.
Mucho se habla en torno al tema y son incontables las conferencias que se ofrecen para empoderar esta figura, y no es para menos, se trata de alguien que juega un papel preponderante tanto en las sociedades modernas, como en las empresas, organismos o comunidades, incluso en el ámbito social y político.
Desde siempre se ha debatido la idea que si el líder nace o se hace, y la verdad es que aunque algunas de las habilidades se pueden desarrollar, las principales cualidades que le describen son innatas. Es decir, las lleva en su ADN. Peter Drunker, John Maxwell y otros teóricos del tema declaran la existencia de líderes innatos en quienes se destacan características como, visión, pasión, habilidad para comunicarse e inteligencia emocional. Afirman que son personas auténticas con un carisma casi irresistible.
Paralelamente, hoy día se desarrolla con bastante éxito el concepto de coaching, disciplina que ayuda a las personas a identificar el talento que posee, con el cual puede llegar más lejos en su carrera profesional. De acuerdo con el Global Coaching Study 2016, en todo el mundo existen más de 53 mil coaching profesionales en ejercicio y, debido a la demanda, seguirá en aumento.
Sin embargo, me llama poderosamente la atención, llevándolo específicamente al plano del ‘Coaching de Liderazgo’, que conferencistas y destacados charlistas se presenten con atractivas motivaciones como: “Saca a relucir el líder que hay en ti”, “cualquiera puede ser líder con el método adecuado“… En fin, estas y otras expresiones me llevan a la siguiente reflexión: Si el coaching puede construir al líder, entonces: ¿Qué ha pasado con el líder de corazón?
Esa persona especial que es capaz de transmitir el conocimiento y la experiencia a aquellos con menos oportunidades. Ese tutor que, con vocación de maestro no se limita solo a ser cabeza de equipo. Su rol va más allá, se convierte en una especie de mentor que por vocación disfruta compartir con otros todo su aprendizaje, fruto de sus múltiples circunstancias vividas. No se siente amenazado por las competencias y habilidades de los miembros de su equipo, todo lo contrario, las identifica y les permite desarrollarlas hasta verles lograr el éxito.
Su inteligencia y seguridad en sí mismo le alcanza a comprender cuán beneficioso será para el proyecto en conjunto, potenciar al máximo las capacidades y lograr lo mejor de cada miembro.
Esta figura también reconocida como ‘mentoring’, que es un término ya poco usado en este tiempo, no necesita tomar coaching de liderazgo. Su alto grado de inteligencia emocional lo lleva a actuar por sus instintos, por medio de los cuales conduce, escucha, motiva, da confianza y consuela. De este modo deja un legado basado en sabiduría y humildad.
También en el entorno familiar el líder de corazón juega un papel imprescindible, pero si lo llevamos al plano espiritual, nos encontramos con muchas figuras que modelaron este tipo de liderazgo en su máxima expresión. El primer y principal referente será siempre Jesús, quien vino con un propósito a la tierra y proyectó siempre a través de su liderazgo el amar y servir. Enseñó con paciencia y sintió compasión por la gente.
Dedicó todo su tiempo a formar y enseñar a su equipo, compuesto por doce apóstoles que fueron sus discípulos, quienes posteriormente transformaron el mundo con el legado dejado por Jesús, quien dijo en una ocasión: “Mis ovejas, a quienes guío, oyen mi voz, yo las conozco, y se de sus debilidades… y ellas me siguen”; (Énfasis añadido) Juan 10:27.
Termino citando el libro de la autora italiana Susana Tamaro, titulado “Donde el corazón te lleve”, el cual plantea la idea de hacernos comprender cuán importante e imprescindible es hacer las cosas de corazón. Lo traigo a colación para llamar la atención de los que en este tiempo tiene esta importante tarea de dejar huellas, marcando la diferencia con su liderazgo.
Cuán beneficiada he sido y cuán agradecida estoy de los líderes que han impactado mi vida y que ocupan un lugar importante en mi corazón.
Sirva este humilde reconocimiento a quienes además honro y deseo la bendición de Dios para sus vidas.