Petra Saviñón Ferreras
Por disposición del señor presidente…esa frase con la que empezaban los discursos y las notas de prensa de los funcionarios desde tiempos remotos era una forma de hacernos entender que actuaban como autómatas para cumplir un mandato del superior jefe que hacía un favor al pueblo con la entrega de ayudas.
Sí, hablé en pasado, porque con el cambio de paradigma que tendría el país los vientos soplarían hacia un Estado más abierto, menos centrado en la figura presidencial a la que nos tenían acostumbrados los gobiernos.
Sobre todo, más consciente de que las autoridades no le donan nada a la población, le dotan de lo que les corresponde, porque para eso las eligen.
Mas, qué pesar ver esa secuencia, cuál continuación de la gestión anterior y de tantas otras que nos enrostraban el gran amparo de los gobernantes al resolvernos problemas, ese recuerdo de que el mandatario es el que dicta las pautas, aunque suene paradójico para los que conocen el significado de esa palabra.
Por sí, porque mandatario no es el que manda, es el que recibe un mandato y en este caso, de una masa de votantes que lo seleccionó para dirigir sus destinos y a la que debe explicaciones y soluciones.
Es tiempo de enmendar, de asumir el concepto de democracia que implica dejar atrás ciertos términos y frases que nos encadenan a viejas dictaduras silentes, tan sutiles a veces que ni nos permiten enterarnos de lo amarrado que andamos ¿O será que nos condicionan tanto con el palabrerío que ya lo asumimos gustosos?
Las palabras convencen, mueven, impulsan, aplastan, oprimen y eso lo saben los magos que manejan nuestros hilos, los que guían nuestros destinos con retórica que poco a nos somete y que logra mantenernos tranquilos aunque la pesada carga que nos endilgan nos reviente las espaldas.