Petra Saviñón Ferreras
De todos los puntos tocados, solo en uno repararon los críticos del artículo anterior en el de Julio Romero, para acusarme de su relacionista, de vendida, de…¡Andá! ¿Será que la falta de argumentos deriva en insultos, en vileza?
No relajen, ombe.
Para elevar una defensa son requeridas demostraciones sólidas, no agravios ni acusaciones ridículas que solo desnudan la carencia de elementos y le hacen un penoso servicio a ese defendido.
Habrá que ver cuáles son las razones por las que los defensores solo repararon en ese aspecto y el resto del artículo obviaron ¿Es que ese es el más fácil de refutar con argumentos baladíes, sin fundamento?
Por favor, ya que van solo a ese tema, centrarse en la cuestión esencial ¿Por qué ahora la legisladora salta con esas críticas, justo cuando su popularidad está en declive, incluso dentro de su mismo partido, el Revolucionario Moderno? ¿Qué la hizo callar antes?
La representante de los capitaleños en el Congreso debe rodearse de asesores que le eviten caer en esos deslices. Deben recordarle que las evidencias ahora son guardadas en la internet (imagino que como feminista prefiere el artículo en femenino)
Raful necesita gente que le observe que sus contradicciones son fáciles de evidenciar (como los casos muro fronterizo, alza de combustibles, igual citados en mi entrega del viernes pasado)
La vida como ese espacio repleto de convergencias y divergencias, ofrece la oportunidad de expresar ideas, que pueden ser acogidas o no. Mas, a la hora de disentir hay que hacerlo a la altura, con elegancia, con nivel y sobre todo con razonamientos lógicos que dejen bien parado a quien los emite.
No está en discusión que no es quien más ofende el que más razón tiene, ni el que está al acecho para atacar a todo el que diverja de sus creencias.
Importante recordar que la democracia es también disenso, divergencia, disentimiento, desacuerdo, y todos sus sinónimos.
Así que a rebatir apegados a la lógica y al respeto.
Ah, mantengo íntegra mi postura del artículo anterior.