Petra Saviñón
Las botellas son envases contaminantes, las plásticas, las de vidrio…destruyen el medioambiente. Resultan una analogía entonces las declaraciones del ministro Miguel Ceara Hatton de que en el Ministerio de Medio Ambiente había nominillas, que igual arruinan, pudren el Estado.
Para hacer una denuncia semejante es menester poseer pruebas irrefutables, ser un perverso o un trastornado mental ¿qué otra definición cabría?
Grande ha sido el revuelo generado entre sus propios compañeros de partido, que lo han descalificado, restado méritos y capacidad, indignados porque entienden ofende la memoria del fenecido titular, Orlando Jorge Mera.
Es momento de ver las cosas con sensatez, con rigor político y gerencial y en lugar de disparar a ese funcionario desde su propia casa, requerirle más precisión, desde la Comisión de Ética e Integridad Gubernamental, por ejemplo.
¿Qué motivos tendría ese ciudadano para hacer semejante y grave afirmación, a riesgo de ser cuestionado, juzgado?
¿Sería capaz de exponerse de ese modo sin documentación alguna que avale sus imputaciones, lanzarse al rechazo y al ridículo?
Cuando los ánimos caldeados vuelvan a su nivel, tal vez las cosas resulten de otro color, miradas con otro cristal y sea más fácil saber de qué lado está la razón.
Ahora, mantener los insultos, las muestras de dignidad ofendida no aporta y sí da una idea de que el oficialismo lava su ropa en plena calle.
El país necesita transparencia, que sus dirigentes actúen apegados a la honestidad, a la honradez, porque este es un pueblo demasiado burlado, demasiado engañado, al que le han construido tantos ídolos de lodo.
Ojalá Ceara Hatton sea más explícito, si cuenta con material para serlo, y si no lo tuviere, que igual responda ante este maremágnum.
Solo resta confiar en que pronto la verdad entre a escena y las cosas queden expuestas tal cual, que ese café sea colado clarito, por el bien de toda la nación.