Por María Fals
M.A.Crítica e Historiadora del Arte
Ladislaus Weiss (1946-2020) fue un artista visual alemán de origen serbio. Nació en Novi Sad, antigua Yugoslavia. Siendo muy joven se trasladó a Alemania Occidental, adquiriendo la nacionalidad de ese país. Casado con Betty Leónidas Méndez de Weiss, se radicó en el 2016 en la República Dominicana, vinculándose estrechamente al Colegio Dominicano de Artistas Plásticos y a la vida artístico- cultural de nuestro pueblo.
En su juventud en Europa investigó sobre teología y luego se convirtió en obrero metalúrgico. En la década del sesenta hizo estudios en el Free Art School, así como en la Academia Merz en Stuttgart y desde 1969 hasta 1974 recibió clases de pintura en la Academia Estatal de Bellas Artes de esa misma ciudad. Entre las principales obras de este período inicial destacan Tiempo y eternidad, Naturaleza muerta de Troya y Puerto Lunar.
En la década del 70 del siglo pasado desarrolló el ciclo La visión Occidental, así como lienzos de carácter simbólico, cercanos a una pintura metafísica que pudiera evocar a los paisajes congelados de Giorgio de Chirico, pero portadores de una simbología distinta, basada en los astros, las manos, las fichas de un ajedrez de ensueño y unos ojos eternamente abiertos que buscan la verdad absoluta en la suma de verdades relativas.
El cosmos, las esencias, la crítica a todo orden establecido que pretenda controlar al ser humano y mantenerlo preso dentro una perspectiva limitada de su propia existencia, son los tópicos de de los espacios visuales que construyó.
A finales de esa década del 70, trabajó pequeños formatos como El sueño del arpista y Europa II. En 1986 viajó a Roma exponiendo en la Galería La Pigna sobre temas marianos, recibiendo medalla de oro por parte del Instituto Romano Beato Angélico.
En la década del 80 se dedicó a la enseñanza en la Escuela Municipal de Arte Herremberg y en la Free Art School for Pictorial Design, en Blobingen. También realizó obras en grande y pequeño formato, entre las que destaca El fin de la Era Industrial (325 X 515 cm) realizada en 1983, donde coloca en un paisaje atemporal figuras de caballos blancos en perspectiva, un cañón rodante y una enhiesta torre medieval que amenazan a un plácido desnudo femenino.
Mientras, en la lejanía, la chimenea sin humo de una fábrica congelada y un verde bosque se recortan sobre el cielo, iluminados por la blanca pureza de un astro inquietante.
En el año 2005 realizó uno de sus trabajos más importantes, Status Quo, exponiendo una veintena de sus lienzos en el 2008 en el “Mo-Hotel”. En el 2009 se presentó con varios cuadros de altísima calidad en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Florencia, Italia.
Ya en la República Dominicana incorpora en su cosmogonía elementos de la religiosidad taína, lo que es observable en su obra Antropología Dominicana (170 X 250 cm), realizada en el año 2018, donde lo caribeño va calando en su alma, haciéndose evidente en la presencia de un trigonolito, de un precolombino Yukahú Maguá Maorocoti, dios de la Yuca y del casabe, que observa desde la cima de un alto pilar la torre de Babel, portadora de palabras diversas, que fecunda conceptos junto al pie del caminante que retorna, y plantas sin nombre de verdor perenne.
Esta última obra fue parte de la muestra póstuma inaugurada el miércoles 9 de abril de 2021, organizada por el CODAP y la Embajada de Alemania en República Dominicana. Estuvo dedicada a rendir justo homenaje al legado artístico del creador y maestro Ladislaus Weiss.
Las palabras inaugurales estuvieron a cargo de su viuda Betty de Weiss, de funcionarios de la embajada alemana, de Luis José Aguasvivas (Sejo), presidente del CODAP, de Geo Ripley, encargado del Departamento de Patrimonio Cultural Intangible del Ministerio de Cultura de la República Dominicana, de Danilo MacCabe, gestor cultural, del escultor Juan Carlos Gómez, así como de la historiadora del arte María Fals Fors, a nombre de Philartis R.D.
Ladislaus Weiss falleció físicamente a causa de la covid-19, pero su legado y las eternas preguntas que se desprenden de su universo visual, nacidas de las dualidades de sus cielos y sus manos, seguirán inquietándonos, motivándonos a continuar el sendero que conduce a lo verdaderamente trascendente, avanzando en la búsqueda de la magia del círculo concéntrico que nos lleva al infinito.