El ser humano siempre ha tenido la necesidad de tener un espacio seguro donde habitar. En el paleolítico se refugió en cuevas o construyó chozas precarias para cubrirse del sol, de la lluvia y ocultarse de sus depredadores.
En el período mesolítico elaboró viviendas simples hechas de adobe, donde ponían el hogar, la hoguera que le permitía cocer sus alimentos y donde podían tener su lugar de descanso y de paz.
En el Neolítico continúa el uso del adobe en casas cada vez más perfeccionadas, cuya estructura variaba según la etnia o cultura. En este período comienza la arquitectura en piedra con el origen del menhir, la piedra clavada en la tierra que fue el fundamento de las columnas, también aparecen los dólmenes misteriosos, esas “mesas” de piedra que son la base de la arquitectura adintelada y el crómlech, sucesión de menhires y dólmenes dispuestos en círculos concéntricos.
Ellos dieron origen a las estructuras posteriores que se usaron para construir los palacios resistentes de los grupos sociales de alta jerarquía.
La casa colmena fue típica de la Antigua Mesopotamia. Constaba de dos cuerpos, uno circular o cónico y uno rectangular menos alto, también aparece la casa con patio, donde las diferentes dependencias daban a un espacio central sin cubierta. Esta última, en su evolución, fue la base milenaria de la vivienda romana, árabe, española y nuestras casas coloniales en América.
Las casas de los poderosos en Egipto estaban rodeadas de jardines. El tradicional adobe, mezcla de barro y de juncos, cocido al sol, era el material preferido por su frescura. La vivienda contaba con un pórtico o vestíbulo que conducía a un salón principal, luego estaba un salón privado donde se desarrollaba la vida familiar al que daban las diferentes habitaciones. En la parte superior estaba la azotea, aprovechable por su carácter plano para diferentes actividades, incluida la de ser dormitorio provisional en las noches de mucho calor.
En la casa de la cultura griega se observa el andrón, cerca de la entrada, donde desarrollaban las actividades los hombres y el gineceo, la zona de las mujeres, más privada, ubicada en el interior cercana al patio o peristilo, denotando el papel secundario que la sociedad helénica tenía asignado al género femenino.
La casa romana tiene una estructura más cercana a la distribución de nuestros hábitats conocidos. Consta de un vestíbulo, un atrio o salón principal dotado de un impluvium donde se almacenaba agua. A continuación, se ubicaba el peristilo o patio al que daban las habitaciones. Las casas solariegas estaban dotadas de pinturas murales de gran belleza, techos de tejas sostenidos por bellas columnas y jardines interiores y exteriores.
En la austera Edad Media, las casas comunes eran generalmente en madera, con techo a dos aguas de paja u otros materiales, constaban de un solo salón en el que se desarrollaban todas las actividades. Los camastros para descansar, los arcones o baúles, algunos escasos taburetes, mesas y otros utensilios eran el escaso mobiliario de ellas.
En contraste, los castillos feudales eran un ejemplo de espacio multifuncional de carácter militar y doméstico. Eran fortalezas de piedra de muros muy gruesos, rodeadas de un foso o puente levadizo, altas torres y murallas que defendían la vida de los señores que vivían en ellas y de los campesinos y artesanos de las aldeas que se refugiaban durante las guerras.
En el período gótico, en los finales de la Edad Media, la vida se fue haciendo más urbana. Se desarrolló la burguesía, enriquecida por las actividades comerciales y artesanales. Fue apareciendo el palacio construido con altos bóvedas de crucería gótica, techos altos, patios hermosos, comedores y salones recibidores. Por supuesto, las viviendas de los de escasos recursos seguía siendo muy parecida a la anteriormente descrita.
El palacio renacentista se pone en moda en la Italia de los siglos XV y XVI. Ejemplos hermosos como el palacio Rucellai, el Pitti, el Medici-Riccardi y el Strozzi están aún en pie desafiando el tiempo. Estas edificaciones tenían tres niveles, una fachada simple cubierta de columnas de estilos que variaban entre los diferentes pisos, poseían un patio central rectangular o cuadrado y en la parte superior estaban rematados por una cornisa o balaustrada.
A finales del siglo XVI se desarrolla el modelo del arquitecto veneciano Andrea Palladio, con su plano de cruz griega, sus cuatro entradas dispuestas a cada lado de la vivienda imitando las fachadas de los templos griegos. En el siglo XVIII resurge en Inglaterra este modelo, rodeado de bellos y libres jardines, estando presente en la arquitectura que estimuló Lord Burlington bajo en nombre de Neopalladianismo.
En siglo XIX siguen los modelos inspirados en la Antigüedad Grecolatina. Sin embargo, van surgiendo paradigmas más avanzados como el Familisterio de Godin en Guiza, precursor de los edificios de apartamentos, que este empresario construyó para proveer de un hábitat digno a los más de mil obreros de su fábrica y a sus familias.
Llegados los finales de esa centuria, a través de la tipología del edificio en altura o rascacielos, que inicia la Escuela de Chicago con Louis Sullivan y su equipo, las viviendas multifamiliares ubicadas en torres de apartamentos se van haciendo populares.
Las casas de las Praderas en Buffalo, diseñadas por Frank Lloyd Wright, inspiradas en la arquitectura japonesa, van sentando las bases de la concepción moderna de la vivienda individual suburbana, con sus espacios interiores sin separaciones, integrados y con vinculación con el exterior a través de grandes ventanales de vidrio. En ellas la funcionalidad es lo más importante, dejando a un lado paulatinamente la decoración.
Esta evolución sistemática hacia la geometrización, la ausencia de decoración y el predominio de la funcionalidad va desembocando en el Racionalismo o funcionalismo, vigente desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días, que se preocupa por hacer edificaciones que le proporcionen un hábitat digno y de relativa homogeneidad a todas las personas. Este estilo se fundamenta en el principio de “más con menos” de Mies Van der Rohe y en la búsqueda de los “espacios mínimos funcionales posibles”.
Dentro del Racionalismo se han construido desde la villa Saboya y la Unidad de Habitación de Marsella de Le Corbusier hasta los edificios Bisonó de la provincia Santo Domingo en la República Dominicana. En este estilo se priorizan los espacios sin separaciones como la sala- comedor- cocina, la distribución y concepción ergonómica del mobiliario, la belleza de las líneas puras y sobre todo el criterio de que “la forma sigue a la función”.
Este largo camino de desarrollo de las construcciones domésticas ha venido reflejando la concepción del mundo, la estructura social, el modo de vida de las diferentes épocas. Falta mucho aún por andar para que los seres humanos vivan todos con dignidad en espacios hermosos, dignos, utilitarios y estéticos en los que se puedan desarrollar de forma plena.