Por María Fals
M.A. Crítica e Historiadora del Arte
“La Última Cena” es un proyecto artístico cultural colectivo que expresa los sueños renovadores de un grupo de artistas que mantienen como principio colectivo la búsqueda del bien común, que creen que el arte es una forma de acercarse a lo espiritual y a la vez un instrumento para fomentar el desarrollo humano.
Esta actividad artística se hizo realidad por vez primera en Rhode Island, EE. UU, allá por el año 2002. En el año 2003 es presentado en el Museo del Hombre Dominicano de Santo Domingo y volvió a presentarse en los EE. UU en la ciudad de Newport en el 2004. Sus fundadores Rafael Díaz, Luis José Aguasvivas (Sejo), Daniel Manta y Wayne Healy quienes, junto a múltiples continuadores, han ido multiplicando su mensaje dentro de un mundo cada vez más complejo.
En “La Última Cena” se aplica la idea de que “el amor todo lo espera”, como dice Pablo en Corintios 13. Se incentiva la sensibilidad estética junto con la transformación ética, se aprecia en las enseñanzas del Jesús de Nazareh un modelo de vida a seguir. Por eso las relaciones entre los que exponen, curan o hacen la crítica de la exposición, tienen como pilares básicos el respeto, la solidaridad y la confianza, dejando a un lado la vanidad, el ego y el individualismo.
Se ha ido logrando así un espacio fraterno donde todos son uno y al mismo tiempo mantienen elementos formales genuinamente diferentes.
El 22 de abril de 2022, luego de un período de pausa, se presentó una nueva edición de este evento transformador en el Museo de Historia y Geografía de Santo Domingo. En ella participaron trece artistas visuales, acompañados de músicos y compositores, de poetas, de un documentalista, de una chef internacional, una museógrafa y una crítica de arte. Posteriormente, el 7 de julio de 2022, tuvo su quinta presentación ampliada en el Centro Perelló de Baní, con la presencia de obras de veintisiete artistas visuales del nuestro continente, de poetas y de exponentes de otras manifestaciones artísticas.
Este 30 de septiembre de 2022 llega su sexta muestra, esta vez en el auditórium de la Casa de la Cultura “Coronel Cándido Bidó Ventura” de la Base de la FARD en San Isidro, Santo Domingo Este.
Allí 34 artistas visuales latinoamericanos y caribeños presentarán su canto a la vida y su compromiso con el bien, expresados en la forma de un pan compartido, en el escenario de la luz eterna, en superficie de un rakú salido de las entrañas insondables del fuego, en el fondo de una cueva de la que brota el Espíritu Santo, en la imagen de unas cañas portadoras de esperanza.
Los artistas visuales que exponen en este significativo momento son Raphael Díaz, José Luis Aguasvivas (Sejo),Geo Ripley, Arián García, Milcíades Andújar, Pilar Asmar, Judith Mora, José Gabriel Atiles, Esmeralda Bobadilla, Juan Bravo, Julia Castillo, Nilton Cárdenas, Federico Cuello, Miguel Gómez, Francisco Hernández, Wayne Healy, Alberto Lestrad, Fernely Lebrón, Daniel Manta, Leopoldo Maler, Lizett Mejía, Jean Philippe Moiseau, Iris Pérez, Carlos Romaguera, Eddy Santiago, Salvador Sánchez, Rosa Tavárez, Gonzalo Borjes, Enrique Royo, Benito Cuevas, Cristal Cuevas, Miguel Ángel Ramírez, Elvis Avilés y Jorge Checo.
En el acto inaugural estarán incluidas diferentes manifestaciones del arte. La representación teatral estará a cargo del actor Samuel Sánchez y a la directora Iara Faña. En la parte musical participará el Conjunto de Cuerdas de la FARD. En la elaboración de los alimentos de “La Última Cena” tendremos a la chef Andy Mejía de Jesús y a su equipo. El documentalista que ido recogiendo las imágenes del montaje y estará en la inauguración de la exposición es Marcos González, en la museografía se contará con Fior Daliza Mateo y como crítica de arte con María Fals.
Los que asistan a este significativo sexto momento, podrán sentir el mensaje de cada una de estas creaciones artísticas, hiperrealistas, surrealistas, abstractas o realistas. A través de los azules, los grises, los rojos y amarillos, de las líneas y volúmenes que recrean ese momento sagrado, se conectarán con el pan y el vino de salvación, trasladándose a un plano atemporal, participando del momento en que el Cristo se entrega en la mesa de la humildad y el amor, logrando así que su esencia y reflejo sea parte de todo ser humano que “ame, sufra o espere”.