María Fals
La autora es crítica de arte
Existen múltiples teorías en el campo de la Sociología del arte como es la positivista, que prioriza que el artista copie fielmente la realidad, tal y como le sugería el filósofo Augusto Comte al pintor Gustave Courbet, cuando le decía que el pintor debía ser “un ojo para ver y una mano para pintar”.
Otras teorías importantes son el formalismo, que establece que el valor de la obra artística se basa en sus cualidades formales, en su respeto a las leyes estéticas, y el simbolismo, que ve en las obras representaciones simbólicas e interpretativas de una realidad externa a ellas.
Entre las teorías sobre el arte destaca la del reflejo. En un comienzo relacionada con el marxismo, tiene elementos eclécticos en sus concepciones. En primer lugar, ve la realidad como algo existente fuera de la conciencia humana. Establece que, a través de su conciencia, las personas interpretan la realidad de manera subjetiva, en base a su psicología, sus experiencias de vida, su entorno cultural y el contexto sociohistórico en el que se desarrollan.
Referido al arte, esto significaría que, ante un tema motivador, un artista pudiera representarlo según sus gustos estéticos, a través de las técnicas artísticas con las que se identifica, utilizando los símbolos que le acomoden, creando una nueva realidad: la de ese objeto artístico recién elaborado, parido de su intelecto y de sus manos prodigiosas, de su cosmogonía y de su visión personal de ese mundo que le sirve de fuente de referencia.
Incluso la abstracción, que huye de la representación figurativa de la realidad, de la posibilidad de que, en la pintura, en el grabado, en la escultura, aparezcan objetos reconocibles, puede ser un reflejo evasivo de una realidad hostil de la que el artista quiere alejarse lo más posible.
En los contextos prebélicos o bélicos de la Primera y la Segunda Guerra Mundial floreció la abstracción como un mecanismo de auto-rescate por parte de los artistas. Recordemos la frase de Wassily Kandisnky, uno de sus pioneros: “cuanto más espantoso se vuelve el mundo, tanto más el arte se vuelve abstracto, mientras que un mundo feliz crea un arte realista”.
Dos excelentes exposiciones donde pueden apreciarse la reinterpretación y el reflejo artístico de la realidad se han inaugurado esta semana en Santo Domingo. El martes 14 tuvo lugar el acto de apertura de la segunda muestra individual de Guadalupe Casasnovas en la Galería Bodden y el 16 de noviembre se realizó la inauguración de “Libérrimas”, de Freddie Cabral, en su Museo Fundación.
Bajo el nombre de “Hablando en Serie” Guadalupe Casasnovas construye un discurso basado en el análisis lógico y a la vez artístico de la realidad, donde se observan las sumas de partes que conforman varios todos geométricos, integrados y sorprendentes.
Da rienda suelta a su capacidad de síntesis y, a la vez, realiza su retorno a la infancia usando como puente sus “Jacks” y sus “Palitos chinos” que rebasan la escala humana. Entre tanto, explora lo intuitivo en hermosos collages abstractos y utiliza la estética del absurdo juntando plátanos, y salamis con “La Gioconda” y la “Olimpia” de Manet.
Freddie Cabral reinterpreta, esta vez con sus pinceles, el mundo de las aves en libertad. Con su creatividad inmensa, las transmuta en hadas, en peces, en sueños de espirales sin regreso y en vuelos de círculos impolutos. Sus obras, en gran y mediano formato, sumergen al espectador en un universo de paz, de bien, de alegría infinita, mientras se escucha el canto inigualable de las aves y se puede danzar entre cintas de colores. El artista también se libera, abre nuevos senderos y nos deja volar hacia el arcoíris doble que nos hace trascender.
Estos son ejemplos de cómo los artistas reflejan la realidad material convirtiéndose en alquimistas de lo sublime, gestando la “realidad artística” forjada a partir de la inmediatez el mundo cotidiano al cual reconstruyen, transforman, convierten en símbolos , elevándolo al infinito en un gesto creador portador de belleza.