María Fals
La autora es crítica de arte
El cristianismo desde sus orígenes utilizó el arte como forma de representar el milagro del nacimiento de Jesús en la Navidad.
Desde el origen de la humanidad ha existido una fuerte relación entre el pensamiento mágico- religioso y el estético. El arte, como forma de representación, muchas veces cumple una función religiosa, que lo acerca a búsqueda de lo intangible y mítico. Al mismo tiempo, se vincula siempre con la función estética que lo relaciona con la belleza y a su reverso, la fealdad, que lo sublima o lo deja caer en el abismo de lo grotesco.
El cristianismo desde sus orígenes utilizó el arte como forma de representar el milagro del nacimiento de Jesús en la Navidad. En los comienzos de nuestra era, artistas anónimos en las catacumbas de Roma, representaron con la técnica del fresco a la Madre con el Niño en el regazo.
Aún no estaban los personajes de San José, de los Reyes Magos, de los pastores, del buey y el asno, ni el ángel de luz.
Ya en la Edad Media, se utilizó como fondo la cueva en lugar del establo que le sirve comúnmente de fondo a la Natividad desde el Renacimiento. El niño aparecía casi siempre envuelto en pañales, como es usual hoy día para protegerlo de golpes, roces y de las bajas temperaturas como a un preciado tesoro.
A fines de la Edad Media, la cueva es poco a poco sustituida por el establo y, por ende, se incorpora la representación del pesebre y de los animales de granja.
En muchas obras del gótico se puede observar a las parteras. Una de ellas, llamada Salomé, aparece frecuentemente con las manos mutiladas por haber puesto en duda la virginidad de María.
En el Renacimiento se va haciendo común el personaje de San José, padre putativo de Jesús, ocupando un segundo plano como protector omnisciente de la familia que ha fundado.
Los pastores se incorporan también en el Renacimiento, dotando de realismo las escenas, muchas veces iluminados con una luz inmanente proveniente de Jesús, como se aprecia ya en el manierismo en “La adoración de los pastores” de Doménico Theotocópuli, El Greco.
Desde el siglo VI se observó en mosaicos de influencia bizantina, como los de Rávena, Italia, la presencia de los Reyes Magos. Al principio eran representados todos como hombres blancos, pero a partir del siglo XV, con los descubrimientos de nuevas tierras y grupos étnicos, se les diferencióracialmente, tal vez como un mecanismo para evidenciar la universalidad de la Buena Nueva.
Entre los principales pintores que han representado la Navidad se encuentra Giotto (1267-1337), quien en el gótico ya anunciaba la madurez del antropocentrismo. Su “Adoración de los Reyes Magos” presenta figuras variadas, el cometa que señaló el Nacimiento de Cristo, los pastores, los Reyes en actitud de oración, acompañados de un camello que es contemplado con asombro por un pastor.
En esta obra la Virgen sostiene, sentado en sus piernas, al Niño Divino resplandeciente de amarillos y dorados, custodiado por San José y un ángel.
El establo sirve de marco escenográfico y un monte se recorta al fondo contra el brillante cielo azul que cubre la escena.
El naturalismo, la captación de las emociones y la psicología de los personajes a través de la gestualidad nos traslada en el tiempo y nos lleva a sentirnos partícipes del momento. Sandro Boticelli (1445-1510), protegido de los Médicis en Florencia, se dedicó a pintar temas mitológicos, alegóricos, religiosos y retratos. Enfatiza estos últimos al final de su vida con el ascenso al poder del monje Savonarola, quien propugnaba un catolicismo más ortodoxo y quería alejar al arte de la influencia del paganismo grecolatino. Es en este contexto cuando pinta una de sus más bellas obras, “ La Navidad Mística”.
En esta pintura de 1501, Boticelli, maestro de la perspectiva tanto lineal como aérea, se recrea en una especie de vuelta al pasado gótico en el manejo de la profundidad, utilizando las franjas con estructura ternaria y la superposición de elementos para la tridimensionalidad. Los personajes se multiplican en un espacio irreal.
El tamaño de las figuras se relaciona con su importancia jerárquica. La Virgen se caracteriza por su magnitud corporal, por su cabeza y torso alargados que preludian la llegada del manierismo,contrastando con el cuerpo encogido de José, mientras el Niño abre los brazos hacia su madre en un gesto de amor filial. Muchos ángeles abrazan a los seres humanos, mientras otros danzan en un círculo celestial, anunciando que ha nacido El Salvador.
Ya en el barroco español, Diego Velázquez (1599-1660) utiliza un lenguaje marcadamente realista, cercano a lo popular, convirtiendo a la Sagrada Familia de “La Adoración de los Pastores” (1610) en humildes personas del sur de España. Se cree, incluso, que utilizó como modelos a su propia esposa y a su hija para la representación de la Virgen y el Niño.
Los Reyes Magos aparecen diferenciados racialmente y a su lado está colocado un paje. San José acompaña a María, quien muestra con dulzura, serenidad y orgullo a su Hijo Dios.
La carga de teatralidad la aporta la luz tenebrista del barroco, que parece brotar de la cabeza de Jesús, iluminando a los que le rodean. En diálogo desde el cielo lejano, también la claridad acude con tenues contrastes de complementarios, anunciando la alegría de un próximo amanecer.
En 1770 Antonio Rafael Mengs pintó en óleo sobre madera “ La adoración de los pastores”utilizando los cánones de belleza idealizada del neoclasicismo. Los pastores adoran con devoción a Jesús, mientras una Virgen María muy joven, acompañada del maduro San José, contempla con gran ternura a su hijo, cuya mirada pura y brillante alumbra la escena.
Los ángeles en el cielo acompañan todo lo que ocurre en la Tierra, trasmitiéndonos paz.
Así, a través de la obra de artistas inolvidables, el mensaje atemporal que encierra la Navidad ha quedado representado en las creaciones de diversos artistas, tocando nuestros corazones, colmándonos de amor y de esperanzas, para sembrar en los seres humanos un mensaje de fe.