Por María Fals
M.A.Crítica e Historiadora del Arte
La abstracción es una de las principales corrientes dentro de las artes visuales del siglo XX. Se caracteriza por dejar a un lado la copia fiel de la realidad para recrear un mundo paralelo, nacido de la imaginación del artista, basado en manchas y formas indefinidas en el caso de su variante lírica, o de formas geométricas en el caso de la abstracción del mismo nombre.
Oficialmente, en los libros de Historia del Arte, se había establecido su inicio a partir del artista ruso, radicado en Alemania, Wassily Kandinsky quien fue miembro del grupo expresionista el Jinete Azul. Este avanzó hacia la abstracción lírica en 1910 y alrededor de 1918 pasó a la abstracción geométrica, vinculándose a la escuela de la Bauhaus.
Sin embargo, los orígenes de esta tendencia de las artes visuales se remontan a la obra de la artista sueca Hilma af Klint (1862-1944), quien estudió en la Real Academia Sueca de Artes en Estocolmo. Marcada por la muerte de su hermana, trató de establecer un contacto espiritual con el mundo supraterrenal a través de la teosofía. Pintó sus experiencias en este ámbito, expresando así sus emociones, el estado de su mente y de su alma en sus experiencias místicas.
Ella pidió, por recomendaciones del teósofo Rudolf Stainer, no mostrar sus cuadros hasta 20 años después de su muerte. En esta decisión influyó también el temor a ser mal juzgada y a que sus cuadros no fueran comprendidos.
Su obra ha sido relativamente ignorada y se mantiene en casi todos los textos la atribución de la paternidad de la abstracción a Kandinsky. Poseedora de un colorido amplio y un marcado uso de la línea de cierre, su arte se basa en estilizaciones de elementos que recuerdan el mundo vegetal, formas geométricas como el círculo y el triángulo, transmitiendo un mensaje de unidad, sublimidad y de paz.
El constructivismo ruso es un estilo abstracto que surge sobre el 1914 y se caracterizó por tratar de vincular la máquina, los objetos utilitarios y las nuevas tecnologías con lo estético. Este se manifiesta a través de la pintura, la escultura, el diseño industrial y de modas, la gráfica y los carteles, la fotografía, la arquitectura y otras ramas del arte.
El suprematismo fue creado por Kasimir Malévich en torno al año 1913. Proponía renunciar a la representación concreta de la realidad y buscar la plasmación de un universo basado en las llamadas “formas supremas”: el círculo, el cuadrado, el triángulo, el rectángulo, el óvalo y la cruz.
En el constructivismo, al lado de sus pares masculinos Naum Gabo, Vladimir Tatlin y Antoine Pevner, está Várvara Stepánova (1894-1958) pintora y poeta, quien se dedicó al diseño de estampados textiles para las representaciones escénicas y para uso cotidiano. Sus obras se caracterizaron por la policromía, el uso de formas geométricas y el fuerte contraste entre el fondo y las figuras.
Se debe mencionar a otra artista rusa, Liubov Popova (1889-1924), relacionada con los movimientos suprematista y constructivista. A pesar de su corta vida, tuvo una producción artística significativa, evolucionando desde el cubismo hasta una abstracción orientada a la producción industrial, con un lenguaje basado en los contrastes de colores, la sencillez y la funcionalidad.
Se debe valorar además la obra de Sonia Delaunay (1885-1979), esposa de Robert Delaunay. Ambos desarrollaron el cubismo órfico y el simultaneismo, recorriendo juntos el camino que los condujo desde el fauvismo y el cubismo a la abstracción. Trabajó la pintura y sobre todo el diseño de estampados textiles y de vestuarios, representando motivos seriados y dinámicos de marcados contrastes.
El expresionismo abstracto se desarrolla en Europa y los EE. UU desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Una de sus variantes es el llamado informalismo, donde desdibujando la realidad se logra la invención de un universo alterno, dotado de formas pocas veces reconocibles, a veces agresivas, en las que se retorna a lo primigenio. El chorreado, creado por Jackson Pollock, es también uno de los caminos del expresionismo abstracto.
En el expresionismo abstracto se encuentra Helen Frankenthaler (1928-1911) con una técnica que trabaja la aplicación de los colores sobre un lienzo sin preparación previa. Utiliza las manchas de colores diluyendo mucho el óleo para lograr efectos pictóricos sumamente interesantes. Se dedicó también a la escultura, a la cerámica y al diseño de vestuario para ballet.
En la República Dominicana se ha destacado dentro de la abstracción Rosa Elina Arias, portadora de un arte lleno de belleza, donde entremezcla recónditas referencias a cuerpos humanos y elementos naturales con un mundo lleno de matices rojos, amarillos, azules y verdes. Sus excelentes composiciones se aprecian en lienzos de diseño rectangular, circular, oval e incluso poliédrico. Esta artista ha realizado numerosas exposiciones colectivas y personales, tanto presenciales como virtuales. Relaciona muchas veces sus trazos con el contexto poético, interpretando pictóricamente poemas de Mateo Morrison, Plinio Chahín y Denisse Ricardo.
Otra pintora dominicana que resalta dentro de la abstracción es Marcia Guerrero, cuyas formas puede vincularse ocasionalmente con elementos figurativos en un espacio donde lo onírico, lo geométrico y lo estilizado se abren a la contemplación y a la experiencia interpretativa. Las enhiestas y rítmicas franjas que pueblan sus cuadros envuelven brotes de plantas, corazones o rostros y nos dan sensación de continuidad y fluidez.
El análisis formal y conceptual de la obra de estas mujeres, así como la valoración de sus aportes estéticos nos invitan a seguir avanzando en la lucha por la construcción de sociedades más inclusivas y equitativas, donde las artistas obtengan más oportunidades en cuanto a participación y difusión de sus obras y se les otorgue el verdadero espacio que merecen dentro de la historia del arte.