Petra Saviñón Ferreras
La Policía difundió el retrato hablado de un supuesto pasajero que iba en el asiento delantero del vehículo del que cayó y murió la joven Daniela de los Ángeles Sánchez Roa, de 28 años. La imagen fue dibujada con los datos ofrecidos por el chofer Jesús Cuello Torres.
Ese hombre de acuerdo con la descripción del conductor, que quiere que lo ubiquen para que testifique a su favor, es delgado, de tez morena, de pelo corto, tiene entre 20 y 30 años y mide de 5 pies ocho pulgadas, a 5 pies diez pulgadas.
El nuevo y sorpresivo elemento abre brechas sobre las investigaciones del organismo, que despachó al sospechoso a su casa, y que pide al presunto testigo acudir a dar su versión.
Si Cuello Torres fue detenido después de una persecución, porque huyó cuando la muchacha cayó al pavimento, hemos de suponer que el alegado pasajero estaba en el automóvil cuando los agentes ejecutaron el arresto.
Entonces, ¿Cómo es que su presencia no salió a relucir antes? ¿Por qué lo dejaron ir, si era pieza clave para desenmarañar esa tragedia? ¿Por qué publican ese retrato hablado tantos días después?
Esas interrogantes debe responderlas el cuerpo de orden a una población que merece una explicación sobre sus acciones y sobre todo, un manejo transparente de cada caso.
Por lo visto esa persona, si existe, es la única que puede arrojar luz sobre este asunto, contar lo que en realidad sucedió y ayudar así a cerrar las indagaciones.
El esclarecimiento estaría ahora en sus manos, por eso la Policía le urge que acuda a dar su declaración…. y si no aparece, ¿Qué pasará?.