Nelson Encarnación
El autor es periodista
“Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de terminar en 1945, las naciones estaban en ruinas y el mundo quería la paz. Representantes de 50 países se reunieron en San Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional del 25 de abril al 26 de junio de 1945”.
La anterior es la introducción de la historia que, de forma muy somera, la ONU presenta en su página oficial, lo cual, a juzgar por el papel que, al menos en las últimas décadas, ha venido a desempeñar la organización internacional, parece un bello poema que ya nadie lee.
Y es que, si bien en los 79 años de la ONU no ha vuelto a estallar un conflicto bélico de la magnitud de la Segunda Guerra Mundial, no se ha debido al fundamento de su origen, sino porque las grandes potencias se han cuidado de aplicar el antiquísimo concepto de Publio Flavio, teórico de la guerra en tiempos de Roma, conforme al cual “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
Esto quiere decir que la carrera armamentística, que se supone la ONU debió evitar, ha actuado como un muro de contención, pues las potencias pueden mostrarse mutuamente colmillos y garras. De ahí el freno que ejercen de manera recíproca.
Las potencias nucleares están conscientes de que un enfrentamiento con armas no convencionales derivaría en una aniquilación casi total de la especie humana, no solo los 80 millones de personas que se calcula perecieron en las dos guerras mundiales del pasado siglo XX.
Esa capacidad de acabar con el planeta en cuestión de horas hace rato que escapa al control de la ONU, cuyas decisiones los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad—China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos—se las pasan por el arco del triunfo sin ningún rubor.
Este aparente contrapeso en el Consejo es precisamente lo que hace ya inoperante a la ONU—lamentablemente casi inservible—, pues resulta incapaz de frenar las atrocidades que comete actualmente Israel, casi al exterminio en Gaza, y la que amenaza ejecutar en el Líbano.
Tampoco pudo frenar la llamada “operación militar especial” llevada a cabo por Rusia en Ucrania, y difícilmente esté en condiciones de evitar una generalización del conflicto en Medio Oriente.