Margarita Quiroz
Para recordarte. Esta crónica fue escrita para el periódico Hoy el 3 de febrero de 2014. Mi esposo, Leo Hernández – fallecido- y yo «éramos locos con él». Fuimos a disfrutarlo al Hotel Lina.
Por primera vez en 45 años cantando y encantando, Anthony Ríos subió a escena sin una copa de vino en mano. Esa debilidad por el alcohol la noche del viernes 31 de enero se convirtió en determinación y fortaleza, ¿el gran motivo?: seguir viviendo.
“Reina y Señora”, el espectáculo que por segunda ocasión presentó junto a Wason Brazobán, fue la encantadora excusa para reencontrarse con un público cautivo, luego de que una alerta en su corazón de que “algo anda mal” le obligara dejar el escenario, el mismo del viernes- el salón La Mancha del antiguo Lina- y encarara frente a frente a la muerte.
Alta presión arterial y el corazón grande fue el diagnóstico médico y la causa de varios días hospitalizado en diciembre pasado. Un mes después, se reintegra a lo que sabe hacer, pero con una visión distinta.
Todo indica que el susto fue fuerte, al punto de convencer a este bohemio, de estilo de vida muy particular, serle infiel a su icónica copa de vino con una insípida botella de agua que, por cierto, en ningún momento abandonó en casi dos horas de espectáculo.
Pero la mente es grandiosa, como bien comentó en dos ocasiones. “La cosa de la vida me he dado dos sorbos de agua y ya creo que estoy borracho”, dijo de forma jocosa y conquistando carcajadas de un público que miraba incrédulo cómo saboreaba cada sobo, como si tratara del más exquisito tinto.
La noche fue mágica como siempre. Un aire de amargue y desengaño dejado en escena por Wason, su compañero de noche, le recibió. El joven artista de Villa Mella cautivó con casi todos sus éxitos, sobre todo al público más joven.
Anthony, sin esfuerzo alguno, tomó el control de su público e inmediato con “Tengo una mancha” inició un viaje desde su natal Hato Mayor hasta Santo Domingo, con sus canciones, las mismas de siempre. No sabemos cuál ha sido el secreto, ¡45 años cantando sus éxitos y un público siempre fiel, qué bendición!.
Cantó e interactúo con el público, en La Mancha “no cabía un mandado” y aunque las mesas era compartidas con quien llegara eso no complicó a nadie. “Vamos a divertirnos”, dijo una señora que me quedaba al lado.
Wason, antes de marcharse y manifestar agradecimiento por compartir escenario con “el romántico de siempre” le pidió interpretar juntos “Qué pena”, canción escrita por Anthony para él.
De inmediato comenzó el show acompañado del maestro Miguelito Lecler, cantó grandes partes de sus éxitos: “Fatalidad”, “Viejo Amigo”, “Como no voy a quererte”, “morir de amor” y muchos otros… hasta concluir con “Si usted supiera señora”.
No necesitó de una copa de vino para encantar, este “Sansón de la canción” debe comprender que su fortaleza, esa que lo hace merecedor del cariño del pueblo dominicano, no está en un cabernet Sauvignon sino en el talento y carisma que Dios le ha depositado.
Su achaque de salud, su mamá, su papá, su incipiente participación en el cine como uno de los protagonistas de la película “Vamos de robo”, Zaida Lovatón y el periodista Mundito Espinal, autor de su éxito “Viejo amigo”, canción escrita en 1972, fueron los motivos de conversación.
Su cardiólogo, presente y sentado en primera fila, se ponía de pie, como alumno disciplinado, cada vez que Anthony le pedía reconfirmar las prescripciones médicas a cumplir.
“Si quieres morirte, sigue bebiendo”, le sentenció el facultativo la noche del “tequeteque”. Anthony por lo comprobado esa noche le ha tomado la palabra.