Petra Saviñón Ferreras
Claro que esta Navidad/ Natividad es distinta. Como toda festividad, como el diario hacer, cambió. La trastocó una pandemia que impuso reglas tan extrañas como evitar la cercanía física y suspensión de los abrazos.
Otros males han creado situaciones similares pero han sido vistosos, dermatológicos, con daños en la piel que generan repulsión y provocan alejamiento mecánico, pues los San Damián escasean.
Sin embargo, décadas hace que los cambios permean esta fecha. El más trascendental afecta incluso al otrora protagonista, Jesús, reemplazado por Santa Claus (que nada tiene que ver con San Nicolás).
Sí. Es cierto que la historia contiene una cantidad considerable de dioses nacidos el 25 de diciembre, no obstante, a este la religión creada por sus seguidores logró erigirlo en cumpleañero único en el mundo occidental y en gran parte del oriental.
Lo que es igual, ahí también hubo una variación y así vamos de rama en rama, de árbol en árbol, transformamos, giramos y a veces lo hacemos tanto que volvemos al inicio.
En esta ocasión, las reglas fijadas en el país incluyen el cambio de cajas por bonos navideños, para frenar el contagio y para suprimir una práctica vejatoria, lancinante. O lo mismo, matar dos pájaros de un tiro.
Pero ayyy, aunque la intención del presidente haya sido la mejor, parece que es difícil cumplirla al pie de la letra, entregarla solo a los que no fueron incluidos en el plan Quédate en casa y distribuir de a uno por familia.
Por esto, personas que poseen la tarjeta Solidaridad o que mediante la cédula pueden acceder a la ayuda para comprar alimentos, también son agraciados con este «beneficio» y en algunos casos con más de uno por casa.
El asunto está en registrar ese bono con cédula distinta a la documentada para el otro programa. Así, tan fácil.
Mas, lo importante de verdad es que llegue el momento en el que todos los ciudadanos puedan pescar y dejen de recibir ese pescado pequeño que no les saciará el hambre. Por esto la comilla en beneficio.