María Fals
La autora es crítica de arte
El arte, esa creación que une en su esencia tanto lo objetivo como la reinterpretación subjetiva de la realidad, que provoca placer y empatía al observar, escuchar, percibir a través de cualquier sentido sus formas maravillosas, tiene diversas funciones. Entre ellas, deseo destacar la función estética, la comunicativa, la educativa y la ideológica.
Las tres últimas mencionadas están profundamente relacionadas y se complementan con lo estético como forma de comunicar sus mensajes. Pero ¿qué es la ideología? ¿ De qué maneras se ha compartido un mensaje ideológico a través del arte?
La ideología no es más que la cosmovisión, el conjunto de concepciones sobre aspectos económicos, sociales, políticos, culturales, sobre los orígenes del mundo que tiene una persona o un grupo de ellas . Se forma en el proceso de socialización, a partir de vivencias individuales o colectivas, de lecturas, de la educación recibida tanto formal como informal, del contacto con tradiciones familiares, regionales o nacionales.
Desde nuestra visión ideológica, interpretamos y comprendemos el mundo a nuestro modo y semejanza. Con ese punto de partida que es la ideología, valoramos éticamente los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, siempre con un sesgo particular, compartido con otros.
El arte es una forma de comunicación. Transmite las ideas del emisor-artista hacia receptor- espectador-participante a través de signos y símbolos. El autor de la obra recibe, a su vez, la respuesta del receptor en un diálogo donde la interpretación particular del mensaje gana autonomía.
Los instrumentos para transmitir ese mensaje ideológico, propio de toda creación artística ya sea implícita o explícitamente, pueden ser los sonidos o palabras de los himnos patrióticos y las canciones, el lenguaje corporal al compás de la música presente en la danza. Si disfrutamos de una pintura nos sentimos alegres, tristes, divertidos o solidarizados al captar el contenido de sus áreas, volúmenes figurados y colores.
A través de los tiempos, diferentes grupos han conocido el poder que tiene el arte para crear empatía y acercamiento, desarrollando un conocimiento significativo en los demás, han sabido de su capacidad de atraer personas y unirlas para el logro de un objetivo.
Los bustos de los emperadores romanos eran parte de la propaganda político-ideológica de la Roma imperial. Octavio Augusto, primer emperador romano, de cuerpo enjuto y frágil, se hizo representar como un Júpiter musculoso y poderoso, manteniendo el realismo de su rostro para ser reconocido. La idealización de la figura del emperador Claudio ha trascendido los tiempos convertida en mármol. Así, fuertes, eternos y magníficos querían presentarse ante el pueblo para ganarse su temor o su lealdad.
Diferentes religiones han materializado en íconos sus representaciones de dioses, mostrando a través de un lenguaje simbólico los poderes que les atribuyen y comunicando también un mensaje ideológico y religioso. Estos íconos, a veces levantan la mano solicitando lluvia en las esculturas dogón de Malí, o la alzan para bendecir a la humanidad como es el caso del Cristo Pantocrátor de la Edad Media europea. Pueden tener la forma de la Serpiente Emplumada o desmaterializarse, despojarse de la corporeidad para convertirse en un caligrama abstracto en una mezquita.
Durante la Revolución Francesa, David pintó el “Marat asesinado” como tributo póstumo a su amigo periodista. Al mismo tiempo, pudo comunicar su ideología, mostrándolo como un mártir de ese proceso histórico y un ejemplo a seguir. Años después lo vemos con la obra “La coronación de Napoleón”, exaltando la figura de un militar corzo, de un producto “evolucionado” de la Revolución, negador de sus principios de “igualdad, libertad y fraternidad”.
En el siglo XIX, Delacroix se pintó a sí mismo durante la Revolución de 1830 en la conmovedora obra “La libertad guiando al pueblo”, siguiendo junto a otros a una mujer semidesnuda que tenía la bandera de Francia y un arma de fuego en las manos. El temor ante la muerte, tal vez el miedo mayor de cada ser humano fue opacado por el pensamiento libertario plasmado en esa pintura.
En el siglo XX, el cine soviético con películas como “El acorazado Potemkin” y “La madre”, trasmitió de forma artística las ideas comunistas de la Revolución de Octubre. Lenin, ideólogo inicial de ese proceso, veía al cine como la más importante de las artes. La nacionalización de la industria del cine soviético y su puesta al servicio de la ideología de esa revolución llevó a la creación de filmes de gran calidad estética, portadores a la vez de las ideas del comunismo que dejaron una huella ideológica en sus espectadores.
A mediados y fines del siglo XX y en los comienzos del siglo XXI, el arte ha mantenido su función ideológica extrínseca o intrínseca. El resurgir de la abstracción, realizada a través del Expresionismo Abstracto, muestra una visión del mundo que expresa el rechazo de artistas como Fautrier y Pollock a una realidad cada vez más hostil y su deseo de refugiarse en un mundo personal y catártico.
Los artistas del Pop muestran su ideología, por momentos sutilmente crítica, como es el caso de Richard Hamilton con su obra: “¿Por qué los hogares de hoy son tan diferentes, tan agradables?”. Mayormente, resaltan la sociedad de consumo cosificando al ser humano, destacando el tema de una lata de sopa o una Coca cola como lo hizo Andy Warhol.
Los creadores que se han desarrollado dentro del arte efímero y del performance han mostrado también su ideología de manera clara, convirtiendo su quehacer en un instrumento para dejar improntas, para denunciar sucesos y provocar empatía en otros. A nivel internacional, pudieron utilizar una estética extrema y agresiva, siendo este el caso del Grupo de Viena, pero esa agresividad se va a tornar poco a poco reflexiva como sucede con las acciones plásticas de la italo- francesa Gina Pane.
En nuestro país, Silvano Lora fue un grande que ha dejado un legado imperecedero. Trabajó el arte público, el collage y las acciones plásticas para denunciar lo mal hecho y defender los ideales revolucionarios, lo que provocó su persecución política en los gobiernos de Balaguer.
Belkis Ramírez y Jorge Pineda fallecidos tempranamente, pero inmortales por la importancia de sus obras, dejaron un mensaje ideológico poderoso a favor de los afrodescendientes, de las mujeres y otros grupos. Belkis Ramírez profundizó también en el tema de los envejecientes y Pineda en la denuncia de abusos a niños, niñas y adolescentes. Desde el punto de vista conceptual, en sus obras ambos buscaron la sensibilización social, la reflexión crítica. Al mismo tiempo, renovaron formal y técnicamente el arte dominicano y nunca descuidaron los aspectos creativos y estéticos.
Es así como han ido de la mano la función estética, la comunicativa, la educativa y la visión ideológica. Forma y contenido nunca se pueden separar. El arte comunica una concepción del mundo, una ideología, educa al público espectador en un compartir de ideas donde lo estético es solo la forma de transmitir lo que el artista lleva dentro y que quiere mostrar. El arte por el arte no existe. Siempre portará una concepción ideológica, escondida o evidente detrás de un sonido musical, de un gesto o de una mancha de color.