Por María Fals
M.A. Crítica e Historiadora del Arte
La exposición “La escultura dominicana actual: 25 artistas nacionales”, inaugurada en los espacios de la Fundación Museo Freddie Cabral el 30 de abril de 2022, continúa vigente invitándonos a explorar el bosque encantado de las formas elípticas, el fluir de las texturas de alabastro, de maderas preciosas, de fibras de vidrio y de metales refulgentes.
En ella, veinticinco escultores de nuestra tierra, algunos ya fallecidos y otros en plena vigencia, llevan su mensaje al espectador que navega entre maternidades realistas u oníricas, entre ruedas que emergen sobre espirales brillantes, abrazadas por el calor del fuego.
En este espacio de sueños y utopías, un ave del paraíso deposita huevos de esperanza, las formas geométricas se reflejan en el perfil de la mirada, una máquina colorida danza con una marchanta y un águila levanta el vuelo ante la mirada insomne de una Humanidad tallada.
En este universo que genera el extraer las formas escondidas de la materia inerte, se destaca una gran diversidad de estilos, observables en la influencia del simbolismo, en la reinterpretación de un constructivismo que se torna criollo y en la presencia de la abstracción lírica y geométrica.
La curaduría y montaje del maestro Leonardo Durán crea un discurso muy interesante que nos guía a través de dos salones bien diferenciados: el primero es el salón Leino Cabral, donde se puede apreciar una expresiva esculto-pintura de este autor fallecido en el 2020, una escultura metálica que se inscribe dentro de la estética de la máquina realizada por la maestra Soucy de Pellerano, una obra en madera de gran formato de Gaspar Mario Cruz, un jabalí salvaje y sugerente de Manuel Mañaná y una valiosa composición escultórica de Miguel Estrella.
En el segundo salón, de mayores dimensiones, se exhiben obras de artistas vigentes, aunque se incorpora también otra obra de Soucy de Pellerano por razones de espacio. En él se entrelaza la yola del pescador orante de Genaro Reyes (Cayuco) con la verticalidad de la talla de Remy Ulloa y el provocador candelabro de Jhonny Bonnelly. Las técnicas mixtas de Iris Pérez, llenas de luz y alegría, se vinculan con la fluidez de la obra en madera de Teidy Mora y la propuesta estética sensible y geométrica de Guadalupe Casasnovas.
En esta amalgama de antinomias, lo trágico, lo cómico, lo bello y lo feo, el dolor y la alegría se mezclan para deslizarnos en el río de emociones que las engendraron. Un hombre implorando desde el bronce estilizado de Manuel Montilla se acerca a una obra de Tituá, mientras que, el “Homenaje a Freddie Cabral” de Alonso Cuevas contempla el conjunto desde una breve urna de cristal.
La escultura de Freddie Cabral muestra el momento en que se necesita sangre para un enfermo y tristemente la misma se derrama sin lograr su propósito de sanación. Sixto Sepúlveda nos traslada a los espacios siderales entre curvas donde todo es posible y Mircíades Andújar juega con la madera para construir un rompecabezas en forma de mecanismo que atrapa la atención del espectador.
Se destacan el bien logrado zoomorfismo de Rubén de la Cruz, la excelente cerámica de Carlos Despradel, las bien logradas obras de Roberto Herrera y Juan Carlos Gómez y la calidad estética de los trabajos de Nelson Barrera, Johnny Segura, Miguel Ángel Estrella, Ramón Osoria y Wandy Casilla.
Esta exposición se reviste de gran trascendencia, en ella se conjugan talentos y visiones diferentes ricas en significado, se reconoce y valida el legado de los escultores dominicanos y se demuestra la importancia de una mayor divulgación de su trabajo, cuya característica común es la alta calidad formal y conceptual.