Petra Saviñón Ferreras
La educación es el arma que salva a los pueblos, es el camino a la libertad, es la base de cualquier carrera. Esas y tantas frases motivan a la gente a formarse para matar la ignorancia y las carencias humanas y monetarias y son muy válidas, siempre que haya aulas suficientes, claro…
A la alta deserción escolar sustentada en múltiples factores hay que sumar la ausencia forzada de los planteles por la falta de espacio y parece un guión antiguo las protestas de comunitarios año tras año para exigir la construcción y/o terminación de infraestructuras.
En el Gran Santo Domingo el clamor empieza en Villa Mella y termina en Pedro Brand, atraviesa la parte alta de la capital, con escasez en La Ceiba, San Felipe, Mata los Indios, Capotillo, Gualey, Los Guandules, Los Jardines del Norte, Los Ríos…
Ese grito sigue en recorrido lamentable hasta Herrera, Los Alcarrizos, Pantoja, Villa Linda, La Guayiga, y los barrios a la altura de los kilómetros 25 al 28 de la autopista Duarte pero ahí no queda.
No para en esos lugares porque los otros pueblos, esos que están fuera de ese perímetro igual son arropados por el mal común de no tener espacios suficientes para que los niños y los no tan niños vulnerables y privados de recursos económicos reciban el pan de la enseñanza y su intelecto no muera de inanición educativa.
El ciclo lectivo pasado el ministro Roberto Fulcar aseguró que ningún alumno quedaría fuera de la escuela porque había disponibilidad de estructuras y pidió le indicaran dónde hacían falta y ocurre que en los mismos lugares en los que urgían aún esperan.
Ahora escuchamos en esta gestión que dirige Ángel Hernández la propuesta de alquilar centros para impartir docencia. Estamos al echarse la paloma. Entonces como el nazareno instó a Judas, lo que piensen hacer, háganlo pronto, por favor. Saludos SaSa