María Fals
La autora es periodista
La abstracción es una corriente artística que se caracteriza por la elaboración de composiciones que se alejan del realismo y presentan figuras nacidas de la imaginación que no copian nada concreto de la realidad.
Tiene dos variantes fundamentales, la abstracción lírica, que se basa en el uso de manchas de color y la abstracción geométrica, que utiliza un universo de cuadrados, círculos, triángulos y otras formas geométricas.
En lejanas épocas, las representaciones gráficas de los seres humanos evolucionaron de lo figurativo a lo abstracto. En el Paleolítico Superior se hicieron pinturas rupestres muy realistas de la fauna de la época. En la medida que fue pasando el tiempo, las imágenes grabadas o pintadas sobre las paredes de las cuevas y acantilados se fueron estilizando hasta convertirse en elementos verdaderamente abstractos durante el Neolítico.
Desde el punto de vista formal, los dibujos y pinturas realizados por los artistas prehistóricos se fueron simplificando y sintetizando, sin embargo, los cambios evidenciaron un gran paso de avance en el desarrollo del pensamiento, ya que cada una de esas simples líneas, meandros o círculos concéntricos eran signos o símbolos generalizadores, portadores de un significado más allá de su forma específica.
En Occidente, durante la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco y los siglos XVIII y XIX, se impuso la figuración como materialización más concreta de lo que el artista deseaba expresar. La búsqueda del realismo ya fuera naturalista o idealizado, conducía hacia la meta de imitar a la perfección los objetos y seres reales de forma detallada, captando su tridimensionalidad, sus proporciones y sus colores exactos.
En el siglo XIX, el gran filósofo del Positivismo Augusto Comte comentaba con el genial pintor Gustave Courbet: “el artista es un ojo para ver y una mano para pintar”. Sin embargo, a partir de la década del setenta del siglo XIX con la llegada del Impresionismo, se va dejando a un lado la obsesión con el parecido para buscar una mayor libertad técnica, basada en el manejo de la pincelada suelta y la captación de la luz a través de colores complementarios.
En 1842, el pintor William Turner ya había pintado una obra que se considera antecedente del abstraccionismo del siglo XX. Su nombre es “Tormenta de Nieve: un vapor situado delante de un puerto hace señales en aguas poco profundas y avanza a la sonda” . Turner fue testigo de ese evento y lo representó tal y como lo sintió: un caótico momento donde nada se puede observar claramente, expresado a través de manchas de color y contrastes de tonos claros y oscuros.
A finales del siglo XIX el sintetista Paul Sérusier pinta una obra llamada “El Talismán” siguiendo los consejos de Paul Gauguin. En ella utiliza arbitrariamente los colores, logrando que un paisaje pareciera un conjunto de manchas y texturas sin un significado concreto, convirtiéndose así en otro precursor de la abstracción del siglo XX.
La presencia femenina estuvo presente en los orígenes de la corriente abstracta. La sueca Hilma af Klint (1862-1944) vinculó su arte a experiencias espirituales, reflejando el mundo de las esencias a través de elementos abstractos. Sin embargo, sus cuadros solo fueron dados a conocer, por petición de la propia artista, veinte años después de su muerte.
El padre “oficial” de la Abstracción del siglo XX, tanto de la variante lírica como en la geométrica, fue Wassily Kandinsky (1866-1944). Este artista fue puente entre el expresionismo y la abstracción junto con otros miembros del grupo El Jinete Azul como Franz Mark, August Macke y Paul Klee.
A comienzos del siglo XX, surgieron también tres grandes movimientos de la abstracción geométrica: el Suprematismo, el Constructivismo y el Neoplasticismo. El primero buscó expresarse a través de lo que Malévich llamó “formas supremas”, es decir, el cuadrado, el círculo, el triángulo, el rectángulo, el óvalo y la cruz. El segundo utilizó frecuentemente formas elípticas tridimensionales e hizo grandes aportes al cartel contemporáneo.
El Neoplasticismo usó líneas en ángulos de 90 grados y colores primarios, así como el blanco, el negro y el gris.
La influencia de estos movimientos en el desarrollo de la arquitectura racionalista y posteriormente del deconstructivismo fue altamente significativa, evidenciándose a través de los aportes de Piet Mondrian, Theo Van Doesburg y Vladimir Tatlin.
Ya a mediados del siglo XX surgió el llamado Expresionismo Abstracto, en el que se incluyó el informalismo de las obras de Jean Dubufet, Jean Fautrier y Willem de Kooning, quienes deformaron agresivamente los cuerpos y los objetos para delatar sus emociones, sus estados de ánimo y mostrar una realidad hostil que los angustiaba. También se destacó Jackson Pollock con su “chorreado”, quien de forma automática derramó pintura sobre lienzos colocados en el suelo para hacer una especie de “radiografía de su alma” y mostrarla a las demás personas.
En la actualidad la abstracción y el expresionismo abstracto continúan vigentes en la obra de artistas visuales internacionales como Cecily Brown, Pierre Soulanges y Gerhard Richter y de múltiples creadores dominicanos.
Siempre que la copia de la realidad sea una limitación para que el artista pueda expresar lo sublime y lo insondable, ahí estará el arte abstracto como recurso expresivo, permitiendo establecer con su simbología de trazos y colores el diálogo del autor con su público, a través de la libertad de la creación artística.