Petra Saviñón Ferreras
El morbo y el sensacionalismo siempre van de la mano, como los auténticos hermanos gemelos que son. El revuelo que causan deja beneficios incontables a lo que lo usan como estrategia para vender.
Gracias a las críticas, al rechazo de unos, logran promover intereses de otros y ambos sectores arrastran a un colectivo a ese objetivo buscado y entonces surge el milagro, el de obtener ganancias de la índole que sea.
Ahora toca el turno al protagonista del cristianismo. Jesús de Nazareth es representado en una serie de Netflix como una “loca”, un homosexual de gestos exagerados que lastima la sensibilidad católica e incluso de otros grupos.
Aunque unos han denominado homofobia el repudio generado por esa producción, lo cierto es que hasta la propia comunidad gay debe sentirse ridiculizada con esto, que en nada aporta a su causa.
Hace tiempo que para promover todo tipo de productos es usada la imagen de mujeres en actitud lésbica, incluso la explotaron Shakira y Rianna en un disco, una tendencia que en lugar de fomentar respeto, aviva el morbo que genera el tema en una sociedad poco sensibilizada.
Pero la homosexualidad no es lo único con lo que sacan provecho los explotadores del amarillismo. Otra forma es colocar a María Magdalena como una prostituta, aun cuando la Biblia en ninguna parte le otorga ese oficio.
Igual, en una telenovela sobre Cristo aparece Poncio Pilatos como un villano, cuando lo poco que sabemos sobre ese personaje es su actuación ante los que le pidieron enjuiciar al autoproclamado hijo de Dios.
Este es un asunto que va más allá de creencias religiosas, de rechazo a personas con preferencias distintas a las heterosexuales, o de labores consideradas repudiables, que motivos tienen para indignarse con esa forma de sacarles provecho.
Es el verdadero protagonista aquí el afán de vender, de posicionarse y Netflix ha conseguido su propósito, al incrementar el valor de sus acciones después de esta serie.