Directivos del Instituto Duartiano destacaron las virtudes y los aportes de María Trinidad Sánchez durante un homenaje que rindieron este miércoles al cumplirse el 227 aniversario del nacimiento de la heroína y mártir nacional, acaecido el 16 de junio de 1794.
El acto en honor a la seguidora de las ideas del padre la patria, Juan Pablo Duarte, y tía del prócer Francisco del Rosario Sánchez, fue realizado en la plaza María Trinidad Sánchez, ubicada en la esquina de las calles Mercedes y Luperón, de la zona colonial, donde fue depositada una ofrenda floral.
La actividad estuvo encabezada por presidente del Instituto Duartiano, doctor Wilson Gómez Ramírez, directivos y miembros de este organismo, representantes en entidades culturales y militares.
El doctor Gómez Ramírez expresó que “María Trinidad Sánchez constituye un símbolo de integridad, coraje, entereza y firmeza, de manera que ella asumió la causa trinitaria bajo el predicamento de morir con dignidad, abonar con su sangre la causa independentista, antes que claudicar o traicionar”.
Agregó que “La mujer dominicana debe ver en esta singular mujer, uno de los más elevados ejemplos de entrega a la noble lucha a favor de la libertad, soberanía e independencia del pueblo dominicano, toda vez que prefirió la cárcel, el escarnio, la tortura y la muerte, antes que delatar a sus compañeros trinitarios”.
Se recuerda que María Trinidad Sánchez, participó junto a Concepción Bona, María de Jesús Pina, Ana Valverde, Isabel Sosa y las hermanas Villa del Orbe, en la confección de los primeros ejemplares de la Bandera Nacional, en especial aquella ondeó por vez primera en la Puerta del Conde, la noche gloriosa del 27 de febrero de 1844.
Esta noble dominicana asumió el liderazgo femenino cuando se inició la vida del Estado Dominicano, se acreditó por su activa participación en el traslado de pólvora y municiones entre los grupos de patriotas que procuraban la independencia de Haití; también llevaba secretamente comunicaciones y mensajes a estos.
La muerte de María Trinidad Sánchez, junto a su hijo de crianza y sobrino, Andrés Sánchez, y otros patriotas, al cumplirse el primer aniversario de la Independencia Nacional, el 27 de febrero de 1845, constituyó el más aborrecible crimen político de todos los tiempos.
Un Consejo de Guerra dispuso su fusilamiento ante la negativa de la heroína a aceptar la gracia de vida ofrecida, a cambio de denunciar a sus compañeros trinitarios; debió caminar desde la Fortaleza Ozama hasta el cementerio que estaba en las cercanías del Baluarte del Conde, y, al pasar por el frente de éste, proclamó: “¡Dios mío, cúmplase en mí tu voluntad, y sálvese la República!”.