Página Abierta, artículo de opinión de los técnicos del Banco Central
Uno de los temas económicos donde se ha alcanzado mayor consenso de opinión en la República Dominicana es la importancia que reviste la estabilidad macroeconómica como condición indispensable para lograr un crecimiento sostenible y alcanzar el desarrollo en el mediano plazo. No obstante, existen marcadas diferencias entre los economistas del país sobre cuáles son los principales determinantes de
este interesante fenómeno.
Con la finalidad de aportar a este debate, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) considera oportuno compartir con los agentes económicos y el público en general, su visión sobre los factores determinantes de la estabilidad macroeconómica de los últimos años.
De acuerdo al Banco Mundial 1 , “una economía goza de estabilidad cuando el ambiente macroeconómico es predecible, haciendo más eficientes las decisiones de consumo e inversión y mejorando las oportunidades de crecimiento. En ese sentido, la estabilidad puede reflejarse en una baja volatilidad de las principales variables macroeconómicas como los precios, la producción y el empleo”.
Cuando las economías son estables, se promueve un clima de negocios propicio para el flujo de la inversión extranjera y se crean condiciones para que los agentes económicos y las personas puedan tomar decisiones adecuadas sobre ahorrar o adquirir bienes y servicios.
En nuestra visión, y luego de un análisis exhaustivo del comportamiento de la trayectoria que han seguido las variables relevantes, llegamos a la conclusión de que existen al menos tres determinantes claves de la estabilidad macroeconómica en la República Dominicana: (1) la aplicación de políticas económicas que fomentan la actividad privada; (2) la capacidad de resiliencia o adaptación a los choques domésticos y externos que impactan a la economía dominicana; y (3) la implementación de reformas estructurales y sociales orientadas al bienestar de la colectividad.
I. La Política Económica y sus Efectos en la Actividad Privada
La política económica dominicana ha logrado mantener la estabilidad macroeconómica en los últimos quince años, a pesar de haber enfrentado retos importantes, tanto a nivel local como internacional. Por un lado, en 2003-2004 se generó la mayor crisis financiera doméstica que ha registrado la historia de la República Dominicana. Más adelante, la estabilidad lograda tras ese episodio se vio amenazada a partir de 2007, con los mayores precios del petróleo y la irrupción de la mayor crisis financiera internacional desde la Gran Depresión, provocada por las hipotecas “subprime”. A partir de estos eventos se fueron fortaleciendo los vínculos entre las políticas monetaria y fiscal, lográndose una coordinación más
efectiva.
Posteriormente, en enero de 2012 el BCRD adoptó una estrategia de política monetaria basada en Metas Explícitas de Inflación, con un objetivo de mediano plazo de 4.0 % ± 1.0 %, como forma de contribuir a la estabilidad macroeconómica. Dicha política ha arrojado frutos, manteniéndose la
inflación en torno al límite inferior de la meta y las expectativas alineadas con el objetivo establecido en el Programa Monetario.
Por el lado de la política fiscal, se inició en 2013 un proceso de consolidación de las finanzas públicas, a través de la reforma tributaria (Ley 253-12) y de importantes recortes en el gasto público. Estas medidas tuvieron como resultado una reducción del déficit fiscal del Sector Público no Financiero (SPNF) en casi 4 puntos porcentuales del PIB durante el período 2013-2017. Es importante señalar que las proyecciones contempladas en el Presupuesto Nacional indican que el SPNF generaría un superávit primario en el año 2018, lo que refleja el esfuerzo de la política fiscal para mejorar la sostenibilidad de la deuda pública.
Es indudable que la política económica, tanto la monetaria como la fiscal, han jugado un rol primordial en el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, creando las condiciones para una expansión del consumo y la inversión privada, en gran medida responsable por el crecimiento de la última década. En efecto, entre 2007 y 2017 la economía dominicana registró un crecimiento anual promedio de 5.1%, el cual es explicado en más de un 75.0% por el consumo privado y la inversión bruta interna, mayoritariamente de naturaleza privada. Ante este dinamismo del sector privado, resulta extraño que algunos analistas locales afirmen que el endeudamiento público ha sido la clave del crecimiento económico y la estabilidad.
La realidad es que la deuda del Sector Público Consolidado (SPC) cerró 2017 en 48.9% del PIB, muy por debajo del promedio de América Latina de 60.5% del PIB, de acuerdo a cifras del FMI. Al igual que otros países de la región, en el marco de la Gran Recesión, República Dominicana implementó una política fiscal expansiva, como forma de acomodar el choque externo. Contrario a lo ocurrido en otros países, la economía dominicana logró un retiro gradual del estímulo fiscal a partir de 2013, lográndolo en un contexto de alto crecimiento y baja inflación. Mientras la deuda de la región como proporción del PIB aumentó en doce puntos porcentuales desde entonces, la deuda
dominicana se incrementó en menos de cuatro puntos porcentuales.
Otro punto que vale la pena aclarar es el rol que algunos analistas locales atribuyen a la deuda interna del Banco Central en el mantenimiento de la estabilidad. Sobre este último aspecto, se han aventurado opiniones sesgadas, que ignoran dos factores claves. Por un lado, se tiende a minimizar que el pasivo del Banco Central originado en la crisis financiera de 2003-2004 producto del rescate bancario superó los RD$105,000 millones, como se ha explicado en innumerables ocasiones.
Por otro lado, se habla de la deuda bruta del BCRD, sin tomar en cuenta los activos que la respaldan, particularmente las reservas internacionales netas y los bonos emitidos por el Ministerio de Hacienda al amparo de la Ley No. 167-07, para la Recapitalización del Banco Central. Para tener una
idea de qué tan respaldados están los pasivos del Banco Central, al cierre de agosto la institución monetaria contaba con reservas internacionales que superaban los US$7,400 millones y bonos de recapitalización emitidos por unos RD$132,000 millones.
Es preciso comprender que los certificados del BCRD es parte de la deuda del SPC y, como tal, deben ser analizados a nivel consolidado en el marco de un programa de recapitalización. En ese sentido, el Ministerio de Hacienda y el BCRD están concluyendo la readecuación de la Ley de Recapitalización 167-07 para adaptar este instrumento a las nuevas realidades macroeconómicas.
II. La Resiliencia de la Economía Dominicana ante los Choques Externos e Internos
A nivel internacional, ha sido destacada en diversos foros la capacidad de recuperación que ha mostrado la República Dominicana frente a choques adversos como la crisis financiera doméstica, la Gran Recesión y los impactos de fenómenos atmosféricos. En economía, esta característica de sobreponerse a situaciones desfavorables con relativa rapidez es lo que se conoce como resiliencia. Esta capacidad de
adaptación de la economía dominicana ha sido determinante en el mantenimiento de la estabilidad.
La resiliencia no se da en el vacío. Es producto de políticas creíbles y efectivas que contribuyen con el paso del tiempo al fortalecimiento de los fundamentos macroeconómicos. En el caso dominicano, la mejora en los fundamentos, que a su vez ha contribuido a un aumento en la calificación crediticia internacional, se refleja en la desaparición de los llamados déficit gemelos en los últimos años. Además de la consolidación fiscal descrita anteriormente, el país logró reducir su déficit de cuenta corriente de la Balanza de Pagos de -9.4% del PIB a prácticamente cero en apenas una década. Cabe destacar que hoy en día las economías emergentes que presentan mayores problemas (i.e. Turquía, Argentina, Suráfrica, entre otras) son precisamente las que tienen altos déficits y débiles fundamentos macroeconómicos.
Los avances de la economía dominicana luego de la crisis financiera han sido reconocidos por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su reporte de Artículo IVde 2017, el FMI afirma que “La economía dominicana ha experimentado una transformación
impresionante desde la crisis financiera de 2003-2004… el crecimiento económico ha sido sólido, promediando 5.7 por ciento durante el período 2005-2017… el ingreso per cápita se ha más que duplicado, la inflación se ha estabilizado dentro del rango meta del banco central y la acumulación de
reservas ha ido aumentando gradualmente.
Este progreso se ha reflejado en la prima de riesgo país de la República Dominicana, que está por debajo del promedio del mercado emergente”.
III. Las Reformas Dominicanas y su Impacto en la Estabilidad
En adición al rol de las políticas económicas y de la resiliencia en la estabilidad macroeconómica, la República Dominicana ha realizado una serie de reformas estructurales económicas y sociales orientadas a mejorar la eficiencia de los sectores productivos y a distribuir una parte de los frutos del crecimiento.
Por ejemplo, luego de la crisis financiera doméstica se modificó la normativa del sistema y se alcanzó la robustez y fortalecimiento patrimonial del Sistema Financiero dominicano. Como resultado de estas medidas, en la actualidad, los indicadores de rentabilidad, solvencia, morosidad del Sistema Financiero, entre otros, superan los estándares regulatorios locales e internacionales.
III. Las Reformas Dominicanas y su Impacto en la Estabilidad
En adición al rol de las políticas económicas y de la resiliencia en la estabilidad macroeconómica, la República Dominicana ha realizado una serie de reformas estructurales económicas y sociales orientadas a mejorar la eficiencia de los sectores productivos y a distribuir una parte de los frutos del crecimiento.
Por ejemplo, luego de la crisis financiera doméstica se modificó la normativa del sistema y se alcanzó la robustez y fortalecimiento patrimonial del Sistema Financiero dominicano. Como resultado de estas medidas, en la actualidad, los indicadores de rentabilidad, solvencia, morosidad del Sistema Financiero, entre otros, superan los estándares regulatorios locales e internacionales.
El impacto de las reformas también se observa en el buen desempeño que han exhibido los sectores generadores de divisas. Como se aprecia gráficamente, la evolución experimentada por el turismo, las remesas y la inversión extranjera directa ha sido favorable, facilitando una importante acumulación de reservas internacionales en un marco de estabilidad relativa de la tasa de cambio. Este comportamiento ha contribuido a que el país alcance niveles de percepción de riesgo por debajo del promedio latinoamericano en los últimos años.
En la parte social, es preciso destacar que la reforma del sector educativo debe ser vista como una inversión en capital humano que contribuiría al crecimiento económico de mediano plazo y permitiría mayores ingresos para los dominicanos mediante un aumento de la productividad, lo que haría más fácil el mantenimiento de la estabilidad.
La inversión en capital humano se completa con un mejor acceso a los servicios de salud a través, no solo de la remodelación de hospitales, sino también a través de una mayor inclusión en el seguro nacional de salud.
Con respecto al rol de las reformas en la estabilidad y el crecimiento, el artículo IV del FMI señala: “…las reformas implementadas después de la crisis han contribuido a un sólido desempeño económico en la última década y a la restauración de la estabilidad del sector externo. La economía está creciendo cerca del potencial, la inflación se encuentra dentro del rango meta del banco central, el desempleo está cerca de mínimos históricos y el déficit de la cuenta corriente se ha reducido”.
En conclusión, entendemos que hay suficiente evidencia de que la estabilidad macroeconómica alcanzada por República Dominicana, la cual es reconocida internacionalmente, ha sido un logro de la implementación de una política económica efectiva con alta credibilidad, una marcada capacidad de resiliencia y la adopción de una serie de reformas que han permitido avances económicos y sociales importantes. Se trata de elementos que promueven una sinergia público-privada y que han creado las condiciones para un sector privado más pujante y dinámico, que promueve la inversión e impulsa el crecimiento, lo cual es indispensable para el fortalecimiento de los fundamentos macroeconómicos.