María Fals
La autora es crítica de arte
Geo Ripley: sesenta años de arte y trascendencia. Geo Ripley, dominicano de pura cepa, ciudadano del mundo, eterno adolescente curioso, intelectual de grandes saberes que con todos comparte, maestro de la
creatividad y de las esencias, ha llegado a los sesenta años de vida artística y sus aportes serán reconocidos próximamente en el Centro Perelló de Baní.
Ha compartido sus saberes en la UASD, en la UNPHU, en UNIBE, en APEC, con FUNANART y UDIMA. Obtuvo un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Tamaulipas y, como todo lo auténtico e imprescindible, su legado siempre estará presente en la memoria cultural de la República Dominicana. También, como parte de un merecido ciclo de homenajes, le será dedicado el XIX Simposio de Historia y Crítica de Arte “Artes y culturas híbridas” de la Facultad de Artes de la UASD, a desarrollarse el 3 de octubre en el auditorio “Manuel del Cabral” de la Biblioteca Pedro Mir en la Primada de América.
Las creaciones de Geo se mueven entre lo local y lo universal, entre la luz y las sombras a través de un rojo deslumbrante. En sus orígenes creativos durante el gobierno del Triunvirato, allá en el 1964 de la Guerra Fría, una pequeña joya nacía en
“La mano del pueblo consumida por la fuerza bruta del ejército”, que se alzaba crispada, valiente, eternamente viva a pesar de las injusticias y la falta de libertad.
Esta obra, pintada por un adolescente de catorce años, fue una premonición de la irreverencia, del enfrentamiento a lo negativo, de la búsqueda del bien común, de la energía infinita que se siente al acercarnos a cada pieza que lleva la firma de un tal Geo, ese que cada día sigue creciendo, que nunca se detiene en su camino artístico y espiritual.
Pintó el “Cristo de las sombras” en 1966, todo un análisis de la proyección de un Jesús que se entregó para salvar al mundo, donde el carmesí del suelo es horadado por la sombra de un cuerpo convertido en espíritu. “Inspiración”, un impacto de color que data del 1967, lo hace acreedor del Segundo Premio de Dibujo en el Concurso Eduardo León Jimenes.
Su arte se va haciendo cada vez más sintético, más sincrético, más profético, más sutil y abierto, más profundo en sus mensajes, se va tornando más leve, más eterno.
Su “Cristo de las espinas” se convierte en una rama sobre un campo áureo, los ancestros viajan a su alrededor y se encuentran en Nigeria en su punto de origen, en una iniciación cargada de selva, de especias, de retos.
En sus periplos, abrió los brazos a las líneas nazca, vivió la Italia de sus Postgrados en Arqueología, en Historia del Arte y en Nuevos materiales para la escultura, estuvo en los mercados de su Venezuela de infancia, se sumergió Rico amado, oró en el Japón, aprendió los secretos de las culturas primigenias en Colombia, expuso en Suiza; entretanto el África negra que llevaba oculta bajo su piel de nieve lo tocaba en la frente.
El Sao Paulo brasileño le hizo cabalgar en una Bienal pintado de rojo sobre un caballo blanco en un gesto provocador que transformó el corazón de lo mezquino y lo volvió sueño.
En Cuba, estuvo en contacto con el arte y la religiosidad popular, recorrió las calles de La Habana e hizo realidad la frase de Lorca: “Iré a Santiago”.
Y en Santiago estuvo, “con un carro de aguas negras” como dijo el poeta, llegó con sus signos, con sus símbolos, con sus gestos, con ese Expresionismo Abstracto que es parte de sí mismo, pues hay cosas de las que solo se puede hablar si se hace en la lengua de los astros. Tantos y tantos sitios fueron testigos de sus obras… Estados
Unidos, Honduras, El Salvador, en fin, El MUNDO.
El gigante de “El espejo de la Pitonisa. Escritura del cuerpo.”, de “Pijao” en el MOMA, de “Autorretrato en el Mito”, de “Nueve número de Ancestros/ autorretrato”, de “Ad Majorem Dei Gloriam” y de Yukahu, Magua, Maorocoti.
“El Señor de la Yuca y el Casabe”, ese que es capaz de conciliar en la vida real como un surrealista las paralelas de Tanguy, la masonería, el camino de Santiago y los cemíes con los orishas, tendrá un encuentro de arte único con todos el 17 de octubre, organizado por el Centro Perelló de Baní, Philartis RD y la Fundación Tierra Tierra, en un digno homenaje a un hombre, a un antropólogo, a un poeta que deja huellas de esperanza por cada camino que recorre como un profeta de la luz.