Una nueva investigación del King’s College de Londres ha comprobado que el estrés materno antes y durante el embarazo podría afectar el desarrollo cerebral del bebé.
En su estudio publicado en la revista ‘Biological Psychiatry’, la investigadora doctoral del MRC en Imagen y Salud Perinatal, Alexandra Lautarescu, y la directora de Neuroimagen Avanzada, la profesora Serena Counsell, analizaron por primera vez la relación entre el estrés materno y el desarrollo cerebral en 251 bebés prematuros.
Encontraron evidencia del desarrollo deteriorado de un tracto de materia blanca, el fascículo uncinado, en bebés cuyas madres experimentaron más estrés en el período prenatal.
Las madres completaron un cuestionario que les preguntaba sobre sus experiencias de eventos estresantes, que iban desde el estrés cotidiano, como mudarse de casa o hacer un examen, hasta factores estresantes más severos, como experimentar duelo, separación o divorcio.
Se calculó una puntuación de gravedad del estrés en función de la cantidad de estresores que experimentaron y de la gravedad de esos estresores, que es lo que estaba relacionado con el cerebro del bebé.
Utilizaron una técnica de imagen médica llamada imagen del tensor de difusión que se desarrolló específicamente para observar la estructura de la sustancia blanca. El tracto de la sustancia blanca se ha implicado previamente en trastornos de ansiedad: los adultos que tienen un trastorno de ansiedad pueden mostrar cambios en este tracto.
«Descubrimos que en las madres que estaban más estresadas durante el embarazo y el período anterior al nacimiento, la sustancia blanca estaba alterada en sus bebés», explica la investigadora principal Alexandra Lautarescu del King’s College de Londres.
Los científicos destacan que la investigación destaca la importancia de brindar apoyo a las mujeres embarazadas, ya que estudios anteriores han demostrado que intervenciones como la terapia cognitiva conductual pueden ayudar a mitigar los resultados adversos en el bebé.
Los clínicos tienen un papel importante que desempeñar cuando hablan con mujeres embarazadas, señalan. Si bien se hacen preguntas sobre los síntomas depresivos, se hacen pocas preguntas sobre el estrés general y la ansiedad.
«No se diagnostica con tanta frecuencia como debería ser durante el embarazo y estamos tratando de enfatizar que la salud mental materna durante la gestación puede afectar el desarrollo del cerebro del bebé, lo que puede afectar a su vez a sus resultados más adelante en la vida –señala Lautarescu–. Nadie le pregunta a estas mujeres sobre el estrés y, por lo tanto, no reciben ningún apoyo».
«Los servicios prenatales deben ser conscientes de que es importante pensar en el estrés de las madres y debemos tener algún tipo de apoyo para las madres que identifican que están estresadas –prosigue–. Si tratamos de ayudar a estas mujeres durante el embarazo o en el período postnatal temprano con algún tipo de intervención, esto no solo ayudará a la madre, sino que también puede prevenir el desarrollo cerebral deteriorado en el bebé y mejorar sus resultados en general».
Existe alguna evidencia que sugiere que si las madres experimentan una salud mental deficiente durante el embarazo que provoca resultados adversos en el bebé, como menor peso al nacer o parto prematuro. La mala salud mental de una madre también puede conducir a un comportamiento temprano alterado, como llanto más frecuente.
No obstante, precisan que se necesitan más estudios para comprender si los cambios observados en el desarrollo cerebral de estos bebés conducirán a resultados adversos más adelante en la vida.
Europa Press, Madrid