Petra Saviñón
La autora es periodista
Los humanos vivimos en medio de incongruencias que aceptamos como normales, ahora que por cierto está de moda el término normalizar.
Pasa que nos erigimos en defensores de derechos que violamos, y que raudos corremos o corren otros a justificar y así tenemos licencia para hacer y deshacernos en excusas, porque somos humanos.
Es como defender la negritud pero colocarnos cabello lacio postizo o reclamar respeto por los vulnerables pero nunca verlos de cerca ni por error.
Igual pasa con las autoridades y su saco de contradicciones. Ejemplos hay por ‘pi pá’. Como que está prohibido manejar y tomar. Mas, las estaciones de combustible son no solo centro de expendio de alcohol, también barras escandalosas de donde la gente sale ebria a conducir.
En ese berenjenal normalizado, vamos y venimos como si tal cosa, ocupados en un día a día que nos traga, que nos roba la capacidad de reflexionar y de demandar orden, cumplimiento de las normas.
Nos sumergimos o nos sumergen en tanta precariedad, en tanto preocuparnos y hasta en tanta banalidad, que solo nos queda tiempo para asumir esas cargas y en ocasiones a medias.
De este modo, espacio no hay para pensar en qué cosa puede ser o es un problema que nos afecte de manera particular y en términos mayores, lacere a la sociedad.
Quizás sea más conveniente quedar así inmersos en este tren, en esta rutina y no enfrentar la responsabilidad de despertar, porque sería un trancazo doloroso.