Redacción elDigital.com.do
Perteneció a Marjorie Merriweather Post, una de las mujeres más ricas de América, ahora es propiedad de Donald Trump. Está ubicada en Palm Beach, en Florida
En esta mansión de 118 habitaciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump se reunirá mañana en la tarde con los presidentes de República Dominicana, Danilo Medina; de Haití, Jóvene Möise; el gobernador de Bahamas, Perry Gladstone; de Santa Lucía, Allen Chastanet, y Jamaica, Andrew Holness.
Su propietaria, Marjorie Merriweather Post, quien en esa época era la mujer más rica de América, quería que a su muerte fuera residencia de vacaciones de los presidentes de Estados Unidos. Tras distintos avatares, ahora es propiedad de Donald Trump.
La mansión, designada con el nombre de Mar-A-Lago, está ubicada en la isla Palm Beach, en Florida. Fue construida en 1923 por los arquitectos Joseph Urban y Marion Sims Wyeth, a solicitud de Marjorie Merriweather Post.
La norteamericana más rica de su tiempo no escatimó en gastos para hacer de Mar-a-Lago una de las mansiones más fabulosas del país. Tiene 8 hectáreas de terreno y está situada entre el océano Atlántico y el lago Worth, su nombre deriva de esta localización.
Todavía, casi 90 años después de su construcción, un pequeño retrato de la señora Post cuelga de una de las paredes de la que fuera su posesión más valiosa, pero no lejos de la imagen de su primera propietaria, figura la foto de su actual dueño, Donald Trump, artífice de la transformación de la mansión y que, de una forma un tanto curiosa, ha cumplido el deseo de Marjorie de convertir la que era su casa en refugio presidencial.
Poco antes de morir en 1978, la señora Post donó la casa al Gobierno de Estados Unidos, con la finalidad de que se cumpliera su deseo de que fuera un lugar de descanso de los mandatarios estadounidenses.
Pero a Richard Nixon, quien era el presidente de la nación, nunca se mostró interesado en utilizarla y Jimmy Carter, su sucesor, tampoco la quiso y optó por devolverla en el 1981 a la Fundación Post, debido a que el Estado tenía que invertir casi dos millones de dólares al año para el mantenimiento de una casa que nadie ocupaba.
Fue así que las tres hijas herederas, tampoco dispuestas a gastar ni un centavo en una casa prácticamente abandonada decidieron ponerla a la venta.”Cuando me la enseñaron supe que sería para mí”, escribió Trump en su libro de memorias “Trump: The Art of Comeback”, de 1995.