Petra Saviñón Ferreras
Ahora que ya falta tan poquito para que las nuevas autoridades suban y asuman y a las que debemos dar el beneficio de la duda y dejar trabajar ¿en paz? Es bueno que algunas cosas estén claras.
¿Qué papel asumirán los desde el 16 de agosto opositores frente a las buenas obras de esta gestión?
¿Cómo manejarán los críticos del anterior gobierno las acciones desacertadas de este, sobre todo, los que de forma abierta brindaron su apoyo. Léase periodistas, representantes de Marcha Verde e incluso el coordinador de Participación Ciudadana que aceptó un puesto en este tren?
Es entendible, claro está que gente ansiosa de cambio brindara su apoyo de buena fe, no es reprochable y esos ciudadanos debe asumir que su bandera es la de la rectitud que tanto pidieron y estar dispuestos igual a reprobar las acciones negativas que laceren el Estado, la nación, el erario, vengan de donde vengan.
¿Qué pasará si callan o justifican los que siempre han sido críticos a las injusticias, al manejo de los fondos públicos, a la corrupción estatal a toda escala, ahora aliados al nuevo gobierno?
¿Quedará este nuevo gabinete sin la más mínima llamada de atención de parte de esas personas cuando lo haga mal?
El asunto va más allá de condenar a los contrarios, es mantener el equilibrio y solo lapidar, perdón, castigar porque lo hacen mal. Nada más.
De la misma forma en la que los adversarios deben ser justos, asertivos, igual los acólitos justos y reconocer las faltas, sí las hay, que esperamos que no, porque conviene a todos que el manejo de la cosa pública, sea público, transparente, honesto, sensato y todo adjetivo con carga positiva para el gran público, los jodidos de una u otra forma, o sea la mayoría.
Si ocurre así, clarito que todo saldrá muy bien, para que mantengamos esa que Facundo Cabral llama hembra misteriosa, la democracia y, ahh, para que recordemos que los gobiernos no donan, dotan o nos devuelven lo nuestro. Así que nadie nos hace un favor al gobernarnos.
¿Está claro?