Petra Saviñón Ferreras
La autora es periodista
El ponche, el vino, la cerveza y clarooo, el romo andan por sus fueros y provocan la alegría y el desafuero.
Ahí conjuga el alcohol la diversión de los que en sana convivencia disfrutan, aligeran la carga, con los que o siempre la tienen ligera o aprovechan y descargan en excesos.
Así de un lado, la repartidera de abrazos y de regalos relega los malos momentos, acerca, sensibiliza y vuelve a la gente más humana. Sí, aunque solo sea por esta época.
Lástima, lástima que del otro lado haya un panorama distinto, el de los que en un derroche de disfrute provocan su desgracia y la ajena con acciones desproporcionadas.
Los accidentes de tránsito, esa pandemia perpetrada, suben, elevados de forma lamentable, empañan la Navidad y el Año Nuevo y dejan la estela de luto que cada año llega en forma de recuerdo.
Sí, que el espíritu navideño con todo y Santicló, sustituto del niño Jesús, prime en nuestros corazones y que reine la paz. Sí, queremos eso. Mas, es muy obvio que debemos trabajarlo.
No basta con desear de forma hasta mecánica, hay que construirlo, edificado chin a chin, con los materiales esenciales, la cordura, la tolerancia, el perdón, la sensatez.
Empecemos pero ya.