María Fals
La autora es crítica de arte
Durante el siglo XVIII en Francia, se desarrollaron dos grandes estilos del mueble: primero el Luis XV, perteneciente al Rococó, y posteriormente el Luis XVI
En un artículo anterior, del cual este es su continuación, habíamos comentado la importancia del mueble como testimonio material de las costumbres y el modo de vida de las diferentes épocas. En él habíamos destacado ya su capacidad para solucionar las necesidades del ser humano, conjugada con su función estética.
Durante el siglo XVIII en Francia, se desarrollaron dos grandes estilos del mueble: primero el Luis XV, perteneciente al Rococó, y posteriormente el Luis XVI, de carácter neoclásico. El estilo Luis XV, se manifiesta en una amplia gama de secrétaires- escritorios para damas-, bureaus-mesas escritorios para varones-, chaise-longes o camas pequeñas para dormir la siesta, armarios y sillones de diversos tipos.
El Luis XV se caracterizó por la pata curva tipo cabriolé, la pintura dorada o blanca sobre sus maderas preciosas, el tapizado en colores pasteles, por sus formas curvas y su remate en forma de concha o de elementos florales. Su amplitud, belleza y elegancia hizo que aún hoy subsista en los salones de algunas casas.
El mueble Luis XVI recuperó la línea recta. Es muy común en él la pata en forma de columna clásica invertida. Es más simple y pequeño, pero lleno de sutilezas y elegancia y su tapizado es generalmente en colores melocotón o tonos blancos. Utilizó el mismo repertorio de mobiliario y fue poco decorado.
En Inglaterra, durante el siglo XVIII, se desarrollaron tres estilos: el Chipendale, nombrado de esta manera en honor al ebanista inglés Thomas Chipendale (1718-1779), el Hepplewhite por George Hepplewhite (1727-1786) y Sheraton, llamado así por la fama artista inglés Thomas Sheraton (1751-1806).
El mueble Chipendale se caracterizó por el uso de patas curvas y el espaldar con elementos calados que daban ligereza a su estructura. Podían tener influencia china o gótica y generalmente era pintado. El Hepplewhite tenía las patas rectas. Su espaldar, también calado, tenía forma de escudo de armas. No utilizaba tallado ornamental, sin embargo, se pintaba o se le hacían incrustaciones de otras maderas, de nácar o marfil.
El Sheraton, a su vez, es el más conocido. Utilizó incrustaciones de madera de distinto color o de metal y podía ser lacado o pintado. Sus patas eran rectas o ligeramente curvas. El espaldar continuó siendo calado y con frecuencia estaba tallado en forma de lira. Presentaba como decoración tallas en forma de cabezas de cordero, de flores y pinturas de escenas figurativas.
A comienzos del siglo XIX, se destacó en Francia el estilo Imperio, impulsado por el emperador Napoleón Bonaparte (1769-1821) e inspirado en el mobiliario de la Roma Antigua, a la que este gobernante quiso imitar en todo. Sus mesas de tres patas con forma de cariátides, sirenas o animales fantásticos, sus camas de góndola, sus
tapizados en colores intensos y su recargamiento decorativo, marcaron una época.
A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se destacó el Art Nouveau francés o Modernismo español, que se extendió por toda Europa con otros nombres, llegando también a América. Basado en las formas asimétricas de la naturaleza, incorporó la madera, el vidrio y el hierro forjado como materiales fundamentales. Su decoración
caprichosa o en forma de latiguillo, destaca por su delicadeza y feminidad.
En el siglo XX se desarrolló entre 1925 y 1950 el Art Decó, como derivación geometrizada del Art Nouveau. Sustituyó las curvas por los meandros y las líneas quebradas. La estructura escalonada y su sentido ascensional fueron parte de su esencia, recuperando formas basadas en la arquitectura de los zigurats mesopotámicos y el mobiliario egipcio.
Paralelamente, a partir de la segunda década del siglo XX, se impuso el mobiliario racionalista, vigente hasta el hoy, que adapta las formas a la función y establece el “más con menos” y el bajo costo como ejes fundamentales de su estética. Las líneas puras, la no decoración, el uso del tubo de acero, sus muebles modulares multifuncionales producidos en serie, han creado un gusto por lo sencillo y repetitivo.
Dentro de los propulsores del mueble racionalista, se destaca la escuela de diseño alemana Bauhaus (1919-1933), que sentó las bases de este estilo y cuyos maestros como Marcel Breuer (1902-1981) y Ludwig Mies Van der Rohe (1886-1969) crearon tipologías que se han convertido en referentes universales como la “silla Wassily” de Breuer y la “silla Barcelona” de Van der Rohe. El estilo racionalista sigue siendo muy frecuente en los espacios públicos, en las escuelas, oficinas y salones de espera de los hospitales.
A finales del siglo XX, la simpleza del mueble racionalista se radicaliza, surgiendo el llamado mueble minimalista, que utiliza maderas claras o prensadas, tonos neutros y que busca utilizar la menor cantidad de elementos posibles en los diseños. Uno de los principales creadores de este estilo es el arquitecto suizo Mario Botta (1943) cuyos modelos de sillas numeradas de los años 80, como la “Segunda” y la “Quinta”, utilizan el tubo de acero y presentan una casi total desmaterialización.
En la actualidad, en esta Postmodernidad confusa, todos los estilos florecen, no importa la época o cultura de la que provengan. Puedes ver un comedor gótico, un Luis XV, otro Luis XVII, o la mezcla de ellos con otros más recientes en cualquier vivienda.
El hierro imita un Klismos griego, las patas cabriolé del Luis XV se apegan con el formato de un espaldar racionalista. Así, adecuados al gusto del consumidor y de acuerdo con sus posibilidades y necesidades, se desarrolla el mueble del siglo XXI, reflejando una vez más, como el título de una pintura del francés Paul Gauguin “quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos”